Entre el Verano y el Invierno: Una Odisea de Contrastes
Este relato
es un eco de pasos y kilómetros, de transiciones geográficas y de contrastes:
la despedida del estío andaluz para abrazar la lluvia y el frío del Gran Ducado
de Luxemburgo. Es la crónica de
doce días vibrantes, donde la Historia no es solo un recuerdo, sino un telón de
fondo para nuevas aventuras y desafíos personales.
I. Sol y Sabor a Historia en Andalucía (26-27 de
septiembre de 2025)
El viaje
comenzó con el saludo del Mediterráneo, tomando, desde Ceuta, el ferry de las
15:30 horas que nos dejó en Algeciras
en apenas una hora. Era la puerta de entrada a Andalucía, la tierra de la luz y el compás. Desde allí, el camino
nos condujo a Sevilla, la
capital hispalense, corazón palpitante de la cultura y la historia española.
Nos alojamos
en el centro, sumergiéndonos de inmediato en el embrujo de sus calles. La
primera tarde se desdibujó en un paseo que culminó a orillas del Guadalquivir. Este río, cuyo nombre
procede del árabe Wadi al-Kibir (río grande), ha sido testigo de la Edad
de Oro, la época en que Sevilla monopolizó el comercio con las Indias. Con el
frescor del anochecer, brindamos con una cerveza al ritmo de la ciudad,
vibrante por la cercana Carrera Nocturna. Un eco de asfalto y ánimo que, de
haberlo sabido, habría sumado un nuevo reto a la maleta.
La mañana
siguiente trajo consigo la tensión de los grandes desafíos. Rocío se dirigió a la Isla de la Cartuja, un enclave que
respira historia moderna; fue sede de la Exposición Universal de 1992. Allí, en
la Universidad, se jugaba su futuro en las oposiciones de Auxilio Judicial. Yo,
mientras tanto, encontré mi propio ritmo junto al Guadalquivir, en una carrera
matutina. Después, me reuní con la historia en el Monasterio de la Cartuja, un monumento que sirvió de refugio a los
monjes cartujos y más tarde fue fábrica de loza, y que hoy es un espacio de
arte y cultura.
Con la
liberación del examen, la ruta siguió su curso hacia Córdoba. En el camino, el tiempo se detuvo en dos lugares de inmensa
carga histórica. El primero, el Castillo
de Almodóvar del Río, una fortaleza de origen árabe reconstruida
magistralmente, que nos transportó a las batallas de la Reconquista y, para los
amantes del cine, a los Siete Reinos de Juego de Tronos. Luego, las
antiguas Minas de Cobre de Cerro
Muriano, un vestigio que nos recuerda la milenaria actividad minera de
la zona, activa desde la Edad del Bronce.
La jornada
terminó en Marmolejo (Jaén), un
pequeño oasis en la campiña, donde una cena tranquila en un bar local nos
preparó para el gran salto geográfico del día siguiente.
II. Castillos, Molinos y Cimientos de la Hispanidad
(28 de septiembre - 1 de octubre de 2025)
El sur se
desvanecía en el espejo retrovisor mientras nos adentrábamos en Castilla La Mancha. El destino inicial
era Valdemoro (Madrid), pero la
obligación de un viajero es honrar la belleza del camino. Hicimos escala en Consuegra (Toledo), ante la icónica
estampa de sus castillos y molinos de
viento.
Estas
majestuosas estructuras no son solo un paisaje de postal; son el alma de la
literatura española. Son los "gigantes" contra los que luchó el
ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, símbolos de una época y
protagonistas de la obra cumbre de Miguel de Cervantes. Con el drone
volando sobre este horizonte de piedra y aspas, capturé la eterna belleza de
este paraje manchego. Por la tarde, la adrenalina de una carrera en Valdemoro y
una cena con sabor italiano completaron la jornada.
Al día
siguiente, el desafío era intelectual: mi examen de francés. Tras la tensión de
la prueba, Rocío y yo compartimos una comida en el ambiente marcial de la
academia militar antes de poner rumbo a Torrejón
de Ardoz. Nuestro nuevo hogar por dos noches nos invitó a un paseo
nocturno por el Parque Europa,
un ambicioso proyecto que permite al visitante "viajar" por el
continente a través de réplicas de sus monumentos más célebres, un verdadero
compendio de arquitectura europea.
El 30 de
septiembre fue un día de contrastes entre lo deportivo y lo ruinoso. Empezamos
con una hora de carrera y, tras la ducha, partimos hacia Pioz (Guadalajara). Allí, las ruinas
de su castillo se alzaban como un testamento al paso del tiempo. De nuevo, el drone
capturó la soledad y la belleza de este enclave.
La tarde se
vistió de historia y vida universitaria en Alcalá de Henares, cuna de Cervantes y ciudad Patrimonio de la Humanidad. Sus
famosas tapas nos dieron la
bienvenida, seguidas de un paseo por su Casco Histórico, un entramado de calles
y plazas que evocan el Siglo de Oro español. El día concluyó en la base militar
de Torrejón, donde el futbolín se convirtió en una divertida arena de
competición.
El 1 de
octubre fue un día dedicado a la inmersión total. Llegamos a Toledo, la "Ciudad de las Tres
Culturas" —cristiana, judía y musulmana—, y nos dirigimos al Parque Temático Puy du Fou. Este
parque es una oda a la Historia de España, con espectáculos de gran formato que
ponen la piel de gallina, reviviendo episodios clave de nuestro pasado. Fue un
día completo de emoción histórica, culminado con una cena romántica a la luz de
la luna en el patio de nuestro alojamiento.
III. El Frío Ducado y el Corazón de Europa (2-6 de
octubre de 2025)
Antes de
emprender el vuelo, hicimos una visita obligada en Toledo: el Museo del Ejército, situado en el
imponente Alcázar de Toledo.
Esta fortaleza, con raíces romanas y una historia convulsa, ha sido el bastión
de la ciudad en numerosos conflictos, incluido el famoso asedio durante la
Guerra Civil Española, y es hoy un lugar de memoria militar.
El 2 de
octubre, el atardecer nos encontró aterrizando en Luxemburgo, un pequeño país que ejerce como una de las capitales
de la Unión Europea. El contraste era drástico: del sol de Andalucía al frío y
la humedad del Gran Ducado.
La mañana
del 3 de octubre comenzó con una carrera, hoy tocaba entrenamiento de series en
cuestas, una manera intensa de conocer el relieve de la ciudad. Después, el
paseo nos llevó al Cementerio Americano,
un lugar solemne donde descansan miles de soldados estadounidenses caídos en la
Segunda Guerra Mundial, incluyendo el General
George S. Patton, quien jugó un papel crucial en la liberación de la
zona.
Al llegar al
centro, la ciudad era una fiesta. Calles cortadas y multitudes celebraban la
abdicación del Gran Duque Enrique en su hijo, el Príncipe Guillermo. Luxemburgo es el único Gran Ducado soberano que queda en el
mundo, y la alegría de su gente reflejaba el orgullo por su identidad y su
estabilidad monárquica. La tarde fue para el Wenzel Walk, un sendero circular que recorre mil años de historia
luxemburguesa, incluyendo las imponentes Casamatas, una red subterránea de fortificaciones defensivas. El
frío y la lluvia intermitente nos obligaron a buscar el reconfortante calor de
nuestro alojamiento.
El 4 de
octubre, el día lluvioso nos llevó a explorar la esencia de la Europa sin
fronteras. Tomamos el autobús (¡recordando que el transporte público en Luxemburgo es completamente gratuito!) hacia
Schengen, el pueblo fronterizo
con Alemania. Schengen es un
nombre que resuena en toda Europa, ya que fue aquí donde se firmaron los
acuerdos de 1985 y 1990 que permitieron la eliminación de los controles fronterizos entre los países
firmantes. Visitamos el museo y el barco conmemorativo, y luego, en una
caminata simbólica, cruzamos a pie a Alemania y luego a Francia, solo para ver
una miniatura de la Torre Eiffel en Apach.
De vuelta en
Luxemburgo, el enfoque fue la Europa moderna, visitando el Parlamento Europeo y el Tribunal de Justicia de la Unión Europea,
instituciones vitales para el funcionamiento del continente. El día terminó con
un agradable paseo por el parque, pasando por el Fuerte Thungen, conocido como las "Tres Bellotas", otro
vestigio de las poderosas fortificaciones de la ciudad, antes de refugiarnos en
casa con el calor de la calefacción y un buen vino australiano.
El 5 de
octubre fue una inmersión en la naturaleza. Madrugamos para dirigirnos a Echternach, donde iniciamos una
hermosa, aunque embarrada, ruta de senderismo de 14 kilómetros hacia Berdorf, recorriendo un tramo de los
senderos E1 y E2. A pesar del clima adverso, el frondoso bosque nos protegió de
la lluvia, haciendo de esta ruta uno de los puntos álgidos de la aventura
luxemburguesa. La tarde nos llevó al Castillo
de Beaufort y al Memorial del
General Patton en Ettelbruck, un homenaje al libertador.
La despedida
del Ducado, el 6 de octubre, se centró en sus castillos más icónicos. Primero, Vianden, una de las fortalezas más
grandes y famosas de la región. De origen romano, el castillo fue ampliado a lo
largo de los siglos y es un magnífico ejemplo de arquitectura medieval. La
visita, muy interesante y bien organizada, se vio ligeramente empañada por el
olvido en el bus de mi preciado gorro de nieve que conseguí en la Snow Running
de Sierra Nevada. Me afectó dicha perdida pues aunque era un bien material,
tenía implícito un valor sentimental.
Por la
tarde, visitamos Clerveaux, con
su castillo, casco urbano y la impresionante iglesia de Saint Comes et Damian.
La fuerte devoción de Luxemburgo
hacia Estados Unidos por su papel en la liberación durante la Segunda Guerra
Mundial se hizo evidente con un museo sobre la guerra y un tanque expuesto tras
el castillo, el único que quedó tras la batalla de Clerveux. La cercanía a la
estación de tren de Luxemburgo, de regreso a casa, nos recordó que la
modernidad, con su bullicio y sus sombras, esperaba. Horas después, ya en el
alojamiento, con las maletas hechas, dimos por finalizada la aventura.
IV. Vuelta a la Realidad (7 de octubre de 2025)
El último
día fue un mero trámite logístico. Desayuno, aeropuerto, un vuelo rápido a
Madrid y el reencuentro con nuestro coche. La carretera nos llevó de nuevo al
sur, culminando la odisea al llegar a Almería.
La aventura, con sus contrastes de clima, historia y geografía, había
terminado, dejándonos un tesoro de recuerdos.
Epílogo: La Estación del Alma
Doce días bastaron para tender un puente entre la calidez del verano y la
promesa del invierno. La aventura comenzó con el sol ardiente de Andalucía, sobre las históricas
riberas del Guadalquivir y a la sombra épica de Consuegra y Toledo, donde la
Historia se siente con el tacto del aire seco y la piedra milenaria.
Esa luz se fue atenuando, kilómetro a kilómetro, hasta transformarse en la
neblina persistente y la lluvia constante de Luxemburgo. En el Gran Ducado, el ambiente se hizo más íntimo, más
introspectivo. Cambiamos las tapas y el duende por la solemnidad de los
castillos medievales, la historia bélica y la fría majestuosidad de las
instituciones europeas.
Fue un viaje no solo geográfico, sino de contraste anímico: la adrenalina de los retos personales y la
efervescencia de una ciudad en fiesta se confrontaron con la quietud de los
cementerios de guerra y la calma de los senderos boscosos. Aprendimos que la
Historia, ya sea bajo la forma de un castillo nazarí o de los acuerdos que
sostienen a un continente, se vive y se siente diferente en cada estación.
Al regresar a Almería, no
solo terminaba un viaje, sino que se cerraba un ciclo de desafíos. Las maletas
venían cargadas con el olor a humedad de los bosques luxemburgueses y la sal
del Mediterráneo, recordándonos que la mayor belleza de viajar reside en esa
capacidad única de nuestro mundo de ofrecernos, en cuestión de días, el verano y el invierno en el alma.
Balance del
Viaje (12 días, 2 personas):
Concepto |
Coste
Aproximado |
Vuelos |
150 € |
Ferri (con
coche) |
80 € |
Alojamientos
(España) |
240 € |
Alojamientos
(Luxemburgo) |
380 € |
Comida |
180 € |
Gasolina |
160 € |
Entradas y
Museos |
140 € |
Total
Aproximado |
1330 € |
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