Unas Vacaciones de Verano (2024)
Todo se empezó a fraguar apenas un mes antes. En el trabajo, no pude optar a la fecha que quería para disfrutar de las vacaciones de verano así que tuve que adaptarme. Me enteré que las disfrutaría antes de lo planeado. Desde el 21 de junio al 17 de Julio. Así que tuve que ponerme las pilas y empezar a planear y ver posibles opciones. Al final salió una buena jugada y tanto Rocío como yo pudimos disfrutar de una agenda apretada pero repleta de lugares que visitar. Comencemos…
Las Islas Pitiusas
21 de Junio de 2024
A las 08:30 horas zarpaba el buque
perteneciente a la compañía Balearia desde Ceuta rumbo a Algeciras. Ello
implicó que tuvimos que levantarnos temprano, sobre las 07 horas, pero ¡ay
amigo!, qué poco cuesta madrugar cuando es para disfrutar. Una vez en
Algeciras, recogimos un ‘’blablacar’’ y para la hora de comer ya estábamos en
Málaga. Allí, junto a mi prima Lydia y mi tía May, almorzamos. No recuerdo si
fue en un bar llamado Pescaíto o fue en casa, pero sí recuerdo que pasamos un
buen rato. Después de comer, quedamos con mi primo Tini y fuimos a un
chiringuito situado en la playa de Torremolinos para tomar una copa. Primera
clavada del viaje… 9 euros un mojito. La Palapa se llamaba.
Ya calentitos, Tini nos llevó al
aeropuerto donde cogimos un vuelo rumbo a Ibiza. El vuelo se retrasó una hora
por lo que llegábamos tarde para recoger la moto de la compañía OKMobility que
habíamos alquilado. Por suerte, se portaron y no nos cobraron nada extra a la
llegada. Desde Ibiza hasta San Antonio, que era donde teníamos nuestro hotel,
tardamos unos 20 minutos en recorrer aproximadamente 20 kilómetros en moto. Era
tarde, más de las 01 horas y el día había sido intenso. Estábamos muy cansados.
Al llegar al hotel, hicimos el check-in, compramos algo para cenar en
una tienda cercana, nos duchamos, cenamos y acto seguido nos fuimos a la cama
para reunirnos con Morfeo en su Reino. La aventura acababa de comenzar…
22 de Junio de 2024
Despertamos a una buena hora. No era
muy temprano pero tampoco demasiado tarde. Lo suficiente para haber descansado
bien. La cama era cómoda y grande. Bajamos a un supermercado para comprar
provisiones para los próximos días y a continuación, desayunamos en el pequeño
balcón que tiene nuestra habitación. Una vez saciado nuestro apetito,
preparamos la mochila y cogemos la moto rumbo a lo desconocido.
Dimos la vuelta a la isla de Ibiza.
150 kilómetros en aquella pequeña motocicleta. Pasamos por numerosos pueblos.
Eran pequeños pero todos tenían encanto. La iglesia era lo que más resaltaba,
casi siempre pintada de un blanco reluciente. San Mateo de Albarca, San Miguel
de Balansat, Puerto de San Miguel y Cala de Sa Ferradura fueron los lugares por
los que pasamos antes del primer alto en el camino. En esa parada nos pegamos
un bañito en las aguas turquesas de Sa Ferradura. ¡Qué maravilla!
Después, proseguimos nuestro camino
por San Juan Bautista y Cala de San Vicente donde hicimos otra parada para
comer sentados en una casual hamaca abandonada que descubrimos en un pequeño
cúmulo de pinos. Estaba estratégicamente colocada mirando al mar. Justo al lado
existía una especie de urbanización-resort abandonada. La hamaca provenía de
allí. Debió de ser grande. Entramos e hicimos un poquito de ‘’Urbex’’ que
significa Exploración Urbana. Y sí, el resort fue muy grande. Tenía, entre
otros, piscina y un gran salón comedor. Nos sentimos un poco como Will Smith en la
película ‘’Soy Leyenda’’. Bueno, en realidad yo siempre me siento así cuando
hago Urbex en un lugar aislado y retirado. Es como si el tiempo se hubiera
detenido en ese lugar.
Cambiamos de rumbo. Hasta ahora
habíamos conducido hacia el Este. Ahora bajábamos hacia el Suroeste. Visitamos
la Torre d’en Valls desde donde pudimos ver la famosa y exclusiva Isla de
Tagomago. Dicha isla se encuentra a algo más de un kilómetro de la costa y su
fama se debe a que, al ser de propiedad privada, muchos famosos suelen
alquilarla para disfrutar de sus vacaciones. Nos hubiera encantado permanecer
más tiempo en esta zona e incluso haber hecho alguna ruta de senderismo, pero
no disponíamos de mucho tiempo, y, además, queríamos ver el atardecer desde el
otro extremo de la isla, la roca mágica de Es Vedrá.
De camino, cruzamos el municipio de Santa
Eulalia del Río para acabar en la Capital con el objetivo de aprovechar la ruta
y sacar las tarjetas de embarque para la travesía que realizaríamos al día
siguiente. Visitaríamos Formentera. ¡Qué ganas teníamos!
El sol ya comenzaba a emitir esa luz
dorada propia del atardecer así que sin muchas dilaciones fuimos hasta un
congestionado parking situado a aproximadamente un kilómetro del mirador de Es
Vedrá. Cuando llegamos, por un lado quedamos maravillados con tal espectáculo
natural y por otro algo agobiados por la cantidad de gente que allí había. Nos
desviamos un poco de la muchedumbre y buscamos un hueco algo apartado para
poder disfrutar de ese momento con un poco más de intimidad.
Una vez ocultado el sol, con cuidado,
cogimos rumbo de nuevo a nuestro hotel para finalizar el intenso día de hoy.
Mañana tocaría madrugar…
23 de Junio de 2024
El despertador suena a las 06:30
horas. ¡Qué pereza y qué sueño!, pero los que me leéis ya sabéis que mis
vacaciones suelen ser intensas. Desayunamos y rápidamente cogemos la moto rumbo
a Ibiza. Aún no es de día, pero ya comienza a clarear. En aproximadamente media
hora estamos en el puerto. Hemos calculado bien los tiempos y apenas tenemos
que esperar. Dejamos la moto bien aparcada no muy lejos del ferry que
nos llevará a Formentera y cómodamente montamos en él. Es un catamarán pequeño
de unos 15-20 metros de eslora.
A las 07:45 horas zarpamos. Hacía
algo de viento y el sol no brillaba al 100 % porque había algunas nubes, pero
la travesía fue bien. No se movió mucho y en media hora ya estábamos en la otra
isla pitiusa. A las 08:15 horas aún era temprano en el Puerto de Formentera y
los locales comerciales aún estaban empezando a abrir. Había muchas tiendas
para alquilar motocicletas, pero nos sorprendió lo caras que aquí eran en
comparación con la que teníamos en Ibiza que nos había costado apenas 50 euros
por tres días. Aquí, por un día, te cobraban más de 30. Pero, teníamos que
alquilar una, era indispensable para recorrer y conocer la isla. Andamos un
poco para salirnos de lo más turístico o, al menos, de lo más pegado al puerto.
En una calle aledaña vimos una tienda que nos suscitó interés. Allí pudimos
alquilar una por 30 euros. Era mucho peor que la que teníamos en Ibiza. Más
vieja, más pequeña y de peor calidad, pero nos serviría.
Lo primero que hicimos fue ir hacia
la otra punta de la isla, el Faro de la Mola. Como su propio nombre indica,
este sitio molaba, a pesar del fuerte viento. Los faros para mí representan el
sentido de la aventura, pues suelen estar en lugares alejados de la
civilización y a menudo para llegar a ellos hay que recorrer un camino que solo
recorren los que van expresamente al faro, un camino de ida y de vuelta. En
este faro parece que se inspiró Julio Verne para nombrarlo en una de sus
novelas. En conmemoración a ello, hay un monolito a modo de monumento que
menciona tal cosa.
Posteriormente, fuimos al centro de
la isla. El objetivo era subir al pico más alto situado a 198 metros sobre el
nivel del mar. La verdad es que no mereció mucho la pena, pues como veis la
isla es muy plana y además, por los árboles, no se veía nada. Pero bueno… al
menos podemos decir que conquistamos el techo de la isla.
A continuación, fuimos a dos playas,
una llamada Es Caló, que se encuentra situada al Este donde apenas se podía
estar por el fuerte viento y otra, una de las más famosas, al Oeste. Esta
última, de nombre Caló d’es Mort, era como las típicas de Formentera, de aguas
azules turquesas. Sin embargo, fue una pena el viento que soplaba. Aun así
mereció la pena pegarnos un baño. ¡Qué bonita era la jodía! Era temprano y no
había mucha gente, pero poco a poco se fue llenando. Nos marchamos, ya sabéis
que no nos gustan las aglomeraciones.
El Sol comenzaba a brillar fuerte,
aunque el calor era soportable por la brisa que soplaba. Volvimos a lomos de la
pequeña motocicleta que en esta ocasión nos llevó a otro faro, el Faro del Cap
de Barbaria, situado en el extremo más occidental de la isla. Para llegar a él
tuvimos que dejar la moto a aproximadamente 2 kilómetros y emprender este
último tramo caminando. Al llegar al mismo, esa extraña pero grata sensación de
aislamiento y lejanía…
Después de comer fuimos al Norte de
la isla. Queríamos cruzar nadando desde Ses Illetes hasta la Isla de
Espalmador. Era una caminata por la playa y un pequeño tramo a nado haciendo snorkel.
En principio hubiera sido sencillo de no ser por el fuerte viento que soplaba
en este delicado estrecho creando oleaje y corrientes. Así era peligroso,
tuvimos que abortamos misión. En vez de aquello, nos conformamos con dar una
vuelta motorizada por Las Salinas y Es Pujol, para terminar en La Savina, donde
se encontraba el puerto principal de la Isla.
Cuando quisimos darnos cuenta, ya
habíamos echado el día y tocaba volver de nuevo a Ibiza. Devolvimos la motocicleta y a las 19:15 horas
zarpamos de vuelta rumbo a la “Isla Bonita” de Madonna. La travesía duró algo
más de lo normal por el zarandeo continuo del catamarán a merced del viento. El
agua salpicaba la cubierta y aunque no mucho, algo nos mojábamos. Quizás por
eso sumado al tramo en moto con el aire frio golpeando mi cuerpo mojado y
destemplado, al llegar a nuestro hotel, en San Antonio, comencé a notar que me
estaba empezando a resfriar. Habíamos realizado 118 kilómetros en moto en el
día de hoy. 38 por Formentera y 80 por Ibiza. Había que alimentar a aquel
trasto así que repostamos la moto a full por seis euros.
24 de Junio de 2024
Me despierto con un desagradable
dolor de garganta. Ayer pasé mucho frío en la moto a la vuelta a San Antonio
desde Ibiza. Desayunamos y nos vamos del hotel para no volver. En primer lugar,
damos una pequeña vuelta por el pueblo de San Antonio. Es grande y acogedor,
con unas calas que invitan al baño y a la relajación. Era bonito pero, sin
embargo, dentro de mí existía una conocida tristeza. Esa tristeza que me
embarga siempre el último día al irme de un lugar que me gusta.
Al rato estábamos conduciendo por una
entretenida carretera que nos llevó a Santa Gertrudis y San Rafael. Íbamos
parando donde nos llamaba la atención hasta llegar a Ibiza. Hoy tocaba, antes
de tomar rumbo al aeropuerto, ver algunos rincones de interés de la capital.
Comenzamos, aunque nosotros no somos mucho de eso, con dos de las discotecas
más famosas, la espectacular y grandiosa Ushuaia y la más recogida, Pacha
Ibiza. Obviamente sólo las vimos por fuera, pero, sobre todo, la primera fue la
que más me impactó. Tiene que ser una pasada verla por dentro. Posee hasta un
hotel.
A continuación, vimos el Estadio de
Futbol del Ibiza. No pudimos entrar pues estaba cerrado pero al ser el muro
bastante bajo, fuimos capaces de verlo asomando la cabeza por encima de este. Era
pequeñito pero no estaba mal. El equipo actualmente milita en la tercera
categoría (1ª RFEF) del futbol español. Una vez visto el pequeño estadio, vamos
a un Supermercado cercano donde compramos un pollo con patatas y algo para
picar. Lo devoramos en un tranquilo y pequeño parque situado a las afueras. Estábamos
hambrientos.
Teniendo el estómago lleno, ahora era
hora de bajar la comida así que le tocaba el turno a la agradable caminata por
la preciosa Dalt Vila. Nos dejamos llevar y perdernos por los estrechos y
sinuosos callejones de la antigua ciudad fortificada. ¡Qué bonita! Me recordaba
a Melilla La Vieja, rodeada de murallas y de mar. Muy bohemia y con mucha
magia.
Dalt Vila, originalmente llamada
Ibosim y fundada por los descendientes de los antiguos fenicios, el pueblo
púnico, fue uno de los centros comerciales más importantes del
Mediterráneo occidental. Actualmente este lugar declarado Patrimonio de la
Humanidad por la UNESCO ofrece vistas panorámicas y una colección de tesoros,
misterios y descubrimientos con más de 2.500 años de antigüedad.
De vuelta a la moto, ya fuera de la
ciudad vieja, pasamos por la tienda de Charo Ruiz. Yo no entiendo mucho de
moda, pero a Rocío le gustaba. Se ve que es una de las marcas más famosas de la
isla.
A las 19:30 horas llegamos a la Sede
de OKMobility donde dejé la moto sin ningún contratiempo. Nos llevaron a la
Terminal y enseguida hicimos el embarque sin nada que reseñar salvo que
aleatoriamente me tocó que revisaran mi maleta. No hubo mayor problema. Fue un
mero trámite.
Un nuevo destino: Madrid y Toledo
25 de Junio de 2024
El sol de Málaga ya se colaba por las
persianas cuando nos levantamos a las ocho de la mañana. Después de los
preparativos mañaneros y un buen desayuno en casa de mi prima Lydia, fuimos a
casa de mi primo Tini para dejar las maletas. Un viaje tan largo y diverso como
el nuestro requería de una base de operaciones para no cargar con todo el
equipaje, y la casa de Tini era el lugar perfecto. Con todo listo, nos subimos
a mi coche y pusimos rumbo a Madrid.
El camino fue un horno. Paramos a
comer en un merendero en Mengíbar, Jaén, pero el calor era tan sofocante que el
aire venía ardiendo incluso a la sombra. No nos sentó muy bien la comida, pero
nos sirvió para recargar energías. Ya cerca de Madrid, le propuse a Rocío hacer
una parada para ver Aranjuez, pero el cansancio del viaje pudo con ella y solo
quería llegar al alojamiento.
Así que fuimos directamente a Seseña,
en Toledo, donde teníamos una reserva. El lugar era un poco cutre, para qué
engañarnos, pero era barato y solo íbamos a pasar la noche, así que no le dimos
más importancia. Por la tarde, dimos un paseo por el tranquilo pueblo. Fuimos a
ver un castillo por fuera, ya que era de propiedad privada y no se podía
visitar. Después, pasamos por la iglesia y, al verla abierta, decidimos entrar.
Para nuestra sorpresa la misa estaba a punto de comenzar así que nos quedamos.
No fue algo planeado, pero fue un rato de tranquilidad y paz que nos vino muy
bien. Al regresar al hotel, cenamos y nos fuimos a dormir.
26 de Junio de 2024
La noche no fue la mejor. Me levanté
a las 06:40 horas con el objetivo de presentarme en el Colegio de la Guardia
Civil de Valdemoro para unas pruebas laborales. Todo salió perfecto. Sobre las
12 horas ya había terminado, así que regresé al hotel para pagar la habitación.
Fue entonces cuando me di cuenta de un problema que me daría un verdadero
quebradero de cabeza: me habían cobrado dos veces. Una en físico y otra por
Booking. A pesar de mis intentos, el alojamiento no parecía reconocer su error,
y Booking tardó una eternidad en reintegrarme el dinero. Tuve que pasar los
siguientes días del viaje lidiando con escritos, facturas y correos, un
verdadero coñazo.
Una vez ‘’resuelto’’ el desagradable
trámite, abandonamos el hotel y compramos en un supermercado antes de tomar
rumbo a Toledo. Una vez allí, descubrimos que nuestro nuevo alojamiento era
mucho más acogedor que el de Seseña. Comimos en él, y por la tarde salimos a
dar una vuelta por el precioso casco antiguo de la ciudad. ¡Qué bonito es!
Toledo es un tesoro de la historia, una ciudad de las tres culturas, donde
durante siglos convivieron pacíficamente cristianos, judíos y musulmanes,
dejando una huella imborrable en su arquitectura y trazado urbano.
Por la noche, fuimos al parque
temático Puy du Fou España para ver el espectáculo El Sueño de Toledo.
No tengo palabras para describir lo bello que me pareció. Era una recreación
increíble de la historia de España, de más de dos horas de duración, con un
escenario cambiante y más de 100 actores. Fue algo verdaderamente espectacular.
Cuando terminó, ya entrada la madrugada, volvimos al hotel a descansar.
Rumbo a Europa Central: De Budapest a Praga
27 de Junio de 2024
Nos levantamos a una hora cómoda.
Desayunamos en el alojamiento y, antes de marchar, decidimos visitar el estadio
de fútbol del Toledo, el Salto del Caballo. Es pequeño y no tiene gran cosa,
pero como buen aficionado, siempre que tengo la oportunidad, me gusta visitar
los estadios con historia de las ciudades que recorro. A continuación, nos
dirigimos a Madrid para visitar el estadio del Atlético, el Cívitas
Metropolitano. Era muy grande y bonito, y como soy atlético, me resultó el
doble de interesante. No pudimos entrar porque estaba en obras, pero aun así
valió la pena verlo.
Después de hacer la compra en un
supermercado, fuimos a un parque para comer a la sombra. El calor era
insoportable, 34 grados, y las moscas no nos daban tregua. No comimos a gusto,
la verdad.
Una vez comidos, marchamos para el
aeropuerto. Dejé el coche en el parking y fuimos andando a la terminal. Nuestro
vuelo a Budapest salía a las 16 horas, pero se retrasó dos horas y media. En
otro lugar, hubiéramos tomado un café tranquilo sentado en una terraza pero los
precios del aeropuerto eran de otro planeta, carísimo todo.
Llegamos a Budapest casi a
medianoche. Tuvimos un buen vuelo pero dadas las horas que eran, teníamos ganas
de alojarnos y descansar ya. Al salir del aeropuerto húngaro, cogimos el
autobús 200E, que nos costó solo un euro por persona, pero cometimos un error.
Al bajar en la parada que nos llevaría a la boca de metro más cercana, nos
dimos cuenta de que a esas horas el metro ya no operaba. Nos encontramos en
medio de la nada, todavía muy lejos de nuestro alojamiento. Tuvimos que tomar
otro autobús, pero el amable conductor no nos quiso cobrar. ¡Qué curioso!
Finalmente, llegamos a nuestro
apartamento a la una de la mañana. Había algo de gentuza en la calle, pero ya
estábamos casi a salvo. Una vez dentro, tuvimos un problema con la puerta: no
sabíamos cómo cerrarla por dentro. No lo resolveríamos hasta el día siguiente,
cuando nos dimos cuenta de que solo teníamos que hacer un giro raro con el pomo
de la puerta hacia arriba, como nos explicó el dueño. Esa noche dormimos con la
puerta sin acerrojar y con una mesa apoyada en la misma para, por si acaso a
alguien le daba por entrar, escuchar al menos el ruido. Era una posibilidad
poco probable pero más vale ser precavido… El apartamento era sencillo, pero
por el precio, no estaba mal, aunque las zonas comunes del edificio donde se
ubicaba daban sensación de abandono.
Hungría:
·
Capital: Budapest conocida como La perla
del Danubio.
·
Moneda: Florín húngaro (HUF). 1 euro =
395 florines.
·
Idioma: Húngaro (magyar), una lengua
finougria.
·
Cultura: Famosa por su rica tradición
musical (Liszt, Bartók), su gastronomía (goulash, pörkölt) y sus vinos
(Tokaji).
·
Historia: Una nación con un pasado
complejo y milenario, desde el Imperio austrohúngaro hasta su época comunista,
lo que ha dejado una profunda huella en su arquitectura y espíritu.
28 de Junio de 2024
A las 08 horas ya estábamos en pie.
Salimos a las 08:40, compramos algo para desayunar en un SPAR y nos adentramos
en el corazón de Budapest. La ciudad, dividida por el Danubio en las históricas
Buda y Pest, nos recibió con una mezcla de majestuosidad imperial y un aire de
resiliencia. Vimos la Gran Sinagoga, una de las más grandes del mundo, y la
impresionante Basílica de San Esteban, con su cúpula de casi 100 metros de altura.
A las 10 horas, hicimos un freetour
con Marta. A pesar de que la guía hablaba demasiado y caminamos poco, pudimos
ver los puntos clave del centro. A media mañana, compramos comida en otro SPAR
y volvimos al apartamento a comer.
Uno de los atractivos de Budapest es
visitar uno de los muchos balnearios de aguas termales que existen en la
ciudad. Nosotros, no fuimos a ninguno de ellos por el tiempo que disponíamos.
Preferimos descubrir la ciudad que pasar una mañana o una tarde entera en
remojo. Quizás para otra ocasión…
A las 15 horas, ya estábamos de nuevo
en la calle, a pesar del intenso calor. Había que aprovechar. Subimos a la
Colina Gellért, un agradable paseo ascendente que nos premió con unas vistas
panorámicas de la ciudad. Desde allí, pudimos ver el Castillo de Buda, la
Iglesia de San Matías con sus coloridos tejados, y el Bastión de los
Pescadores, un mirador de cuento con torres neogóticas.
Después, hicimos un tranquilo paseo
en barco por las aguas del Danubio, cruzamos el famoso Puente de las Cadenas y
caminamos en paralelo al río hasta llegar al Monumento de los Zapatos. Este
monumento se trata de un emotivo homenaje a las víctimas judías fusiladas a
orillas del río durante la Segunda Guerra Mundial. La noche trajo consigo un
encanto especial; la iluminación de la ciudad la hacía mucho más mágica.
Budapest de noche es una postal. Ya entrada la noche, volvimos al alojamiento,
cansados después de haber caminado casi 20 kilómetros.
29 de Junio de 2024
Nos despertamos con calma y salimos
de casa sobre las 11 horas. Tomamos el metro para ver el estadio de fútbol
Puskás Aréna, donde juega la selección nacional de Hungría. El estadio lleva el
nombre de Ferenc Puskás, una leyenda del fútbol húngaro y mundial. Después,
fuimos al City Park, un oasis verde en medio de la ciudad, hasta llegar a la
Isla Margarita, una isla en medio del Danubio que resultó ser muy bonita.
Hicimos una caminata de 5 kilómetros por sus frondosos senderos. Es un lugar
dotado de mucho encanto.
De la isla, fuimos a la Ópera y de
ahí a unos ruin bars, una de las señas de identidad de Budapest. Los ruin
bars surgieron en los edificios abandonados del antiguo barrio judío,
transformando patios olvidados en bares alternativos y llenos de vida, con
muebles reciclados y una decoración ecléctica. Fue una buena manera de acabar
el día. Entrada la noche, nos marchamos al apartamento a descansar. Antes de
irme, compré mi primera postal del viaje, un recuerdo que siempre me gusta
llevarme de cada país.
30 de Junio de 2024
A las 08:30 horas nos levantamos.
Recogimos todo, desayunamos y tomamos el metro (línea M4) hasta la estación de
autobuses. Nuestro autobús, hacia Bratislava se retrasó 30 minutos. Uno de los
choferes, que no era del nuestro, me respondió de muy mala manera cuando le
pregunté si mi autobús paraba allí. ¡Qué maleducado! El autobús era pequeño e
incómodo, pero tenía dos plantas. La compañía, como en todos los buses que cogimos en Europa Central, era FlixBus. Estaba muy extendida por esa zona y los billetes los compramos por internet desde España. El paisaje durante el trayecto era muy
parecido al de España: todo autovía, sin nada especial.
A las 14:45 horas, llegamos a
Bratislava. Desde la estación de autobuses, fuimos andando al hotel, donde
llegamos a las 15:10. En la recepción, no había nadie. Al tocar el timbre, el
recepcionista vino refunfuñando, molesto por haberlo hecho. No salíamos de
nuestro asombro. Dejamos las cosas en la habitación, que era simple y con baño
compartido, pero para una noche era suficiente. Comimos en la habitación y a
las 16 horas salimos a explorar la ciudad. Hacía un calor sofocante, 36 grados,
y no había nadie por la calle. Solo nosotros dos, los dos locos que viajaban para
descubrir sitios, no para estar en un resort.
Caminamos hacia el Norte cruzando el Palacio
presidencial Grassalkovich dirigiéndonos hacia la zona elevada de la ciudad. Nuestra
primera parada fue un gigantesco monumento soviético en lo alto de una colina, Slavín,
desde donde se divisaba gran parte de la ciudad. Después, visitamos el Castillo
de Bratislava, la curiosa Iglesia Azul, el bulevar y la catedral. Bratislava es
una ciudad pequeña que se ve rápido. Mientras paseábamos por el centro, la
gente empezó a salir de sus casas y se sentaron en las terrazas a ver el
fútbol. Eslovaquia jugaba contra Inglaterra y, aunque iban ganando, finalmente
perdieron por 2 a 1, siendo eliminados de la Eurocopa. Por la noche, España
ganaba por 4 a 1 a Georgia. Al caer la noche, empezó a llover.
Eslovaquia:
·
Apodo: El "corazón de Europa",
por su posición geográfica.
·
Capital: Bratislava conocida como La
belleza del Danubio.
·
Geografía: País sin litoral, dominado por
los Cárpatos. Famosa por sus castillos, cuevas y parques nacionales.
·
Moneda: Euro (EUR). Eslovaquia es el
único país del Grupo de Visegrado (junto con Polonia, Hungría y la República
Checa) que utiliza la moneda única.
·
Idioma: Eslovaco, una lengua eslava
occidental.
·
Historia: Independiente desde 1993, tras
la pacífica disolución de Checoslovaquia. Su historia ha estado marcada por la
influencia de sus vecinos, especialmente Hungría y Austria.
1 de Julio de 2024
Pasamos una noche regular, ya que los
dos estábamos resfriados. A las 11 horas, teníamos un freetour con Julián,
nuestro guía. En esta ocasión, la excursión fue muy amena, a pesar de que la
lluvia no nos abandonó. Al terminar, fuimos a la estación de autobuses para
coger nuestro bus a Viena. Como teníamos tiempo, comimos en un McDonald’s.
El bus se retrasó diez minutos. Lo
bueno es que los asientos no estaban asignados, así que pudimos coger uno de
los mejores, al lado de la puerta de acceso y sin asientos delante para poder
estirar las piernas. Hicimos algunas paradas y, al llegar a la frontera con
Austria, dos policías subieron al bus para comprobar los pasaportes. Fue algo
breve y anecdótico.
Llegamos a Viena a las 17 horas. De
camino al hotel, cruzamos el Palacio y los jardines de Belvedere. Compramos
algo en un LIDL para comer y nos alojamos. El Hotel era el más lujoso de todos
los del viaje, pero no tuvimos suerte con las habitaciones: la primera perdía
agua el lavabo, la segunda tenía un colchón muy fino e incómodo... pero a la
tercera fue la vencida. Esta fue una muy buena habitación. Incluso disponía de
una pequeña terraza acristalada con una mesa donde poder sentarnos a comer
mientras disfrutábamos de las vistas a la calle. ¡Adjudicada!
Dejamos las cosas y salimos a pie por
las calles de Viena. La ciudad era una explosión de vida y ambiente, una gran
capital muy señorial y majestuosa, nada que ver con la bohemia Budapest o la
pequeña Bratislava. Había mucho por ver. Vimos el centro y todo lo que
conlleva: la majestuosa Iglesia de San Carlos Borromeo, la Ópera de Viena, la
Iglesia de San Pedro, la casa natal de Mozart y la imponente catedral.
Aquí el calor era algo más
soportable, algo que agradecimos mucho. Por la noche, en el hotel, cenamos
viendo el fútbol. Fue un buen día pero nuestro resfriado estaba en su punto
álgido y pasamos una mala noche con mucha tos y algo de frío.
Austria:
·
Apodo: El "corazón de la Europa
Imperial".
·
Capital: Viena conocida como La Ciudad de
la Música.
·
Geografía: País alpino sin litoral,
famoso por sus montañas (los Alpes), lagos y paisajes pintorescos.
·
Moneda: Euro (EUR).
·
Idioma: Alemán.
·
Cultura: Cuna de la música clásica
(Mozart, Strauss, Beethoven), la psicología moderna (Freud) y la pastelería
(Sachertorte, Apfelstrudel). Su herencia imperial es visible en su arquitectura
y tradiciones.
·
Historia: Antigua capital del vasto
Imperio austrohúngaro y centro de la Casa de los Habsburgo, una de las
dinastías más influyentes de Europa. Su pasado imperial es la clave para
entender su cultura, arquitectura monumental y su fuerte identidad. Tras la
Primera Guerra Mundial, el imperio se desintegró, y el país se convirtió en la
república que es hoy.
2 de Julio de 2024
El sol nos invadió la habitación muy
temprano. Nos levantamos a las 08 horas, pero ya llevábamos mucho tiempo
despiertos. A las 09, salimos del hotel para otro freetour. Este, al
igual que en Budapest, fue más hablar y menos andar. El guía, además, insistía
mucho en el pago final, lo que me pareció un poco pesado. Sin embargo, me
gustaron los detalles históricos que dio sobre Viena y Austria.
Al finalizar, corrimos a ver el reloj
Anker, ya que a las 12 horas sus figuras danzantes desfilan por el mecanismo.
Fue algo curioso de ver. Después, fuimos andando a la parte este de la ciudad,
donde vimos el Ayuntamiento y el Parlamento. Me hice una foto con una policía,
ya que tengo la curiosa costumbre de fotografiarme con los cuerpos policiales
de los países que visito.
Luego, compramos en un SPAR y comimos
sentados en un barco dentro de un parque. Por la tarde, visitamos el mercado al
aire libre Naschmarkt, un lugar interesante donde había de todo. ¡Qué lástima
no hablar inglés con fluidez para poder interactuar más!
El tiempo era más fresco que el día
anterior, lo que agradecimos mucho. Por la tarde, fuimos a ver el estadio de
fútbol Ernst Happel, donde juega la selección de Austria, y un edificio muy
particular: la Hundertwasserhaus, con su fachada de colores y formas
irregulares que parecen sacadas de un cuento.
De vuelta al hotel, paramos en un
supermercado y nos dimos cuenta de que los precios en Viena eran más altos que
en Budapest. ¿Será cosa del euro?. Al llegar, descubrimos que nos habían hecho
la habitación sin pedirlo. No me gusta que me toquen mis cosas, soy muy
maniático con el orden, pero ya no había nada que hacer. De haberlo sabido,
hubiera guardado todo correctamente ordenado.
Así terminó nuestro último día en
Austria. Sinceramente, el carácter de la gente, al menos en Viena, no me ha
gustado. Tienen algo de mala sombra, o al menos la gente con la que nos
topamos. Quizás la barrera idiomática no nos ayudó a empatizar… Pero si hay
algo que resuena en cada rincón de esta ciudad, es la música clásica. Viena es
la capital mundial de la música, la ciudad donde vivieron y trabajaron grandes
compositores como Mozart, Haydn y Beethoven. De hecho, Mozart, uno de los
genios más grandes de la historia de la música, pasó sus años más productivos
en Viena, componiendo algunas de sus óperas más famosas y sinfonías. Es casi
imposible caminar por el centro sin sentir que su espíritu musical sigue vivo
en cada edificio señorial. Pero además de la música, también hay otros
personajes celebres que guardan una estrecha relación con Viena. Es el caso de Sigmund
Freud que pasó la mayor parte de su vida en esta ciudad y aquí desarrolló
la mayor parte de su obra, incluyendo la creación del psicoanálisis.
3 de Julio de 2024
Nos levantamos a las 06:30 horas, un
buen madrugón, pero habíamos descansado algo mejor que el día anterior. Ya era
de día, pues aquí amanece muy temprano. Desayunamos en la habitación y nos
fuimos. Al marcharme, le exigí un justificante de pago al recepcionista, ya que
había abonado en efectivo y no quería que me pasara lo mismo que en Seseña
(Toledo). Me dijo que me lo enviaría por email, pero a día de hoy, todavía lo
estoy esperando. Por suerte, no tuve el mismo problema que al inicio de las
vacaciones y solo me cobraron una vez.
Tras andar 30 minutos, llegamos a la
estación de autobuses. Durante el camino, observé que en Viena había mucha más
inmigración árabe que en las otras ciudades. Me llamó la atención, supongo que habrá
más oportunidades laborales… Cogimos el autobús y a las 12:45 horas, tras unas
cuatro horas, llegamos a Praga, puntuales. El cruce de fronteras transcurrió
sin novedad. En República Checa el tiempo era más fresco y estaba algo nublado.
Al llegar a Praga, fuimos andando
hacia el centro, donde teníamos nuestro alojamiento. De camino, vimos la Torre
de la Pólvora, la Plaza de la Ciudad Vieja, la Iglesia de San Nicolas donde
incluso pudimos disfrutar de un poco de música clásica en directo, y el
famosísimo Reloj Astronómico. Nuestro alojamiento estaba en pleno centro, pero
era el peor de todos. La verdad, el de Budapest era un lujo comparado con este:
cutre y con un ambiente que no me gustaba nada. Nos acomodamos, comimos y
salimos de nuevo. Saqué dinero en un cajero, pero me cobraron comisión a pesar
de usar la tarjeta Revolut. Algo inusual.
Hacía frío. Empezamos a dar una
vuelta por todo el casco histórico. Praga es preciosa, una ciudad de cuento. Si
no fuera por la agobiante cantidad de gente que hay por doquier, sería la más
bonita de todas. Todo muy medieval. Comimos el postre típico checo, el
Trdelník, un rollo de masa dulce asado, y cruzamos el hermoso Puente de Carlos
para llegar al otro lado del río Moldava. Aquí, en el puente, por tocar lo que
no debía, me corté con un vaso al intentar moverlo para hacer una fotografía.
Menos mal que solo fue una simple anécdota sin importancia. En la zona del
Castillo, me encontré a un policía y, cortésmente, accedió a hacerse una foto
conmigo. ¡Qué bonitas vistas de toda la ciudad desde lo alto del castillo!
Praga es una maravilla.
Ya estábamos cansados. El día había
sido intenso y Praga era la ciudad más turística, con diferencia. Se escuchaba
mucho el español. Nos encaminamos de nuevo al hotel, no sin antes comprar algo
para cenar en un supermercado. Llegamos reventados. Después de una ducha y una
cena, salimos un rato breve para ver Praga a la luz de la luna. No estaba mal,
pero no tenía el mismo encanto que Budapest. Al llegar de nuevo al hotel sobre
la media noche, caímos rendidos.
República Checa:
·
Apodo: El "País de los
Castillos" o el "corazón de Bohemia".
·
Geografía: País sin litoral en el centro
de Europa, con una variedad de paisajes que van desde colinas y bosques hasta
la región de Bohemia, famosa por sus balnearios.
·
Moneda: Corona checa (CZK). 1 euro = 24’5
coronas checas.
·
Idioma: Checo, una lengua eslava
occidental.
·
Historia: Se formó como una nación
independiente en 1993, tras la pacífica disolución de Checoslovaquia (conocida
como el "Divorcio de Terciopelo"). Su pasado estuvo marcado por la
dominación de los Habsburgo y, más tarde, por el comunismo, lo que ha dejado
una rica herencia cultural e histórica.
4 de Julio de 2024
Nos despertamos por la gran cantidad
de sol que se colaba por la ventana. Que manía tienen en algunos países de
Europa de no colocar persianas en las ventanas… Eran las 08 horas. Me puse en
pie, saqué las tarjetas de embarque para el vuelo del día siguiente y
desayunamos en la cocina del alojamiento, intentando no molestar a las mujeres
que limpiaban las zonas comunes. El Hostal estaba tranquilo a esas horas. Se
notaba que muchos de sus huéspedes estuvieron anoche de fiesta.
Con el estómago lleno, salimos a la
calle para hacer un freetour. Se nos echó la hora encima pero, aunque llegamos
sobre la bocina, llegamos a tiempo. Durante el trayecto, me di cuenta de que en
Praga había muchos mendigos pidiendo limosna, más que en ninguna otra ciudad
que habíamos visitado. La guía del tour, una chica chilena muy simpática y
agradable, nos enseñó parte de la ciudad y nos dio nociones de historia, como
el Divorcio de Terciopelo de Checoslovaquia. Fue el proceso de disolución
pacífica del país en 1993, dando lugar a las naciones de Eslovaquia y la
República Checa. Un acuerdo que se gestó sin conflictos ni violencia, de ahí su
nombre.
Otra cosa en la que me fijé en Praga
fue la poca duración de los semáforos para peatones. ¡Casi no te da tiempo a
cruzar la calle!
A la hora de comer, fuimos a uno de
los sitios que nos recomendó la guía, El Pavo Rojo. No estuvo nada mal;
por 25 euros, los dos comimos y bebimos comida y cerveza típicas. Después, para
bajar la comida, dimos un paseo de 7 kilómetros por la Isla Kampa hasta el
curioso cementerio de Vyšehrad, y luego cogimos un autobús para ver dos
estadios de fútbol: el Eden Arena, donde juega el Slavia de Praga, y el
Generali Arena, del Sparta de Praga.
Después de todo el ajetreo, volvimos
al hotel a descansar y a cenar algo que habíamos comprado en el supermercado.
Mañana nos esperaba un buen madrugón. Fuera, se oía el replicar del reloj de la
plaza. Me quedé dormido escuchando un podcast sobre nuestra próxima aventura,
el Camino de Santiago.
5 de Julio de 2024
A las 03:10 horas, estábamos en pie.
¡Vaya madrugón! No nos quedaba otra. Teníamos que ir al aeropuerto para coger
nuestro vuelo de vuelta a España. Cogimos un Uber por unos 15 euros, y a las 04
horas ya estábamos en la terminal. Solo quedaba pasar el control y esperar a
embarcar.
A las 09 horas, llegamos a Madrid y,
una vez allí, cogimos el coche para dirigirnos nuevamente a Málaga. Llegamos a
la ciudad andaluza a las 15:30 horas. Al llegar a casa de mi primo Tini,
preparamos las maletas para nuestra próxima aventura y nos relajamos mientras
cenábamos viendo la televisión con él. Estábamos exhaustos.
El Camino de Santiago: Un viaje al interior
6 de Julio de 2024 (Comienza el Camino)
El despertador sonó a las 05:30
horas, un madrugón que nos recordaba al viaje por Centroeuropa, aunque sin el
frío. Tini, con la amabilidad que le caracteriza, nos llevó al aeropuerto a
esas horas intempestivas, un gran detalle que nos facilitó mucho la logística.
A las 07:55, nuestro vuelo despegaba rumbo a Santiago de Compostela.
Allí nos esperaba nuestra próxima
aventura: el Camino de Santiago Inglés, una de las rutas jacobeas más antiguas
que recorre el norte de Galicia. El Camino de Santiago no es solo una ruta de
peregrinación, sino una experiencia personal que cada uno vive a su manera, un
viaje de introspección y encuentro. Para sellar este compromiso, llevábamos
nuestras credenciales de peregrino, un documento que nos identificaba como
caminantes y que debíamos sellar en cada etapa para obtener la ansiada
Compostela al final del trayecto.
En la terminal del aeropuerto de
Málaga, intentamos sellar nuestras credenciales en una tienda del Duty Free,
pero una trabajadora, con una actitud desagradable que no logré entender, se
negó a hacerlo. Me enfadé, pero finalmente, y por suerte, conseguimos un sello
en otro lugar.
Una vez en Santiago, tomamos un
autobús de la compañía Monbus hasta la terminal de buses de la ciudad y, desde
allí, otro a Ferrol, el punto de partida de nuestro Camino Inglés.
Ya en Ferrol, hicimos una compra
rápida en un supermercado y nos dirigimos al albergue. De camino, al pasar por
la calle principal, vimos la casa natal de Francisco Franco. Nos pareció un
lugar curioso, así que nos hicimos unas fotos antes de continuar. Al llegar al
albergue público, descubrimos que no había sábanas, una situación inesperada
que nos obligó a ir a un chino a comprar sacos de dormir. Nos salió barato,
pero el saco era muy pequeño para mí y no ocupaba precisamente poco espacio.
Aun así, era una emergencia, y mejor eso que nada.
El albergue era muy acogedor. Nos
recibieron de forma amable y servicial. No había mucha gente al principio, pero
a medida que avanzaba la tarde, fueron llegando más peregrinos. Conocimos a un
chico llamado Carlos, algo embriagado, que iba de un lado a otro buscando
conversación. Me invitó a una copa de sidra y charlamos un rato. Luego se vino
arriba y me costó despegarme de él. También conocimos a una chica argentina
bastante peculiar que andaba buscando unos auriculares que no encontraba. Anécdotas
para empezar el camino…
7 de Julio de 2024 (Etapa 1: Ferrol-Pontedeume 28,5 km)
Dormimos bien. Nos levantamos a las
06:30, sin sueño y con ganas de empezar. Era temprano, sin embargo, ya había
gente que había salido, una costumbre que nunca he entendido. ¿Para qué
madrugar tanto? Estás haciendo el camino. No hay prisas. A las 07:30, después
de recoger y desayunar, nos pusimos en marcha.
La primera etapa transcurrió
tranquila, siempre al lado de la ría de Ferrol, con unas vistas espectaculares.
Hacía un día fabuloso, y el aire fresco en el rostro era una delicia. Paramos
en Neda, un pueblo con mucho encanto, donde degustamos un bollo típico en una
pastelería tradicional. ¡Qué bueno estaba!
Poco después, nos encontramos de
nuevo con la chica argentina del albergue. Charlamos brevemente con ella y la
adelantamos. Nos dijo que tenía que darle "pata", una expresión que
significaba que tenía que andar deprisa. Rocío y yo nos reímos y la usamos como
broma durante el resto del camino: "¡Dale pata que no llegamos!".
Durante la etapa también coincidimos con otra pareja de Córdoba. "¡Buen
Camino!", nos saludamos mutuamente. El destino nos volvería a juntar más
adelante.
Mientras caminábamos, hablábamos con
la gente mayor que nos encontrábamos. No es que yo sea una persona muy
sociable, pero después de venir de Centroeuropa, donde la barrera idiomática me
impidió conversar, tenía ganas de comunicarme. Y de la gente mayor siempre se
aprende, pues tienen muchas experiencias acumuladas. Así que cada vez que podía
entablaba una pequeña conversación con algún vecino de edad avanzada.
Antes de llegar a nuestro destino,
paramos en un improvisado puesto ambulante que vendía vieiras. No había nadie,
pero descubrimos que había una hucha para que depositáramos el dinero. Era
autoservicio y se pagaba la voluntad. Dejamos un par de euros y nos llevamos
una de recuerdo.
A las 13:30, llegamos a Pontedeume.
¡Qué lugar tan bonito! Nos alojamos en el albergue público, sencillo pero
barato. Compartíamos una gran habitación con otros peregrinos, con diez literas
en total. Rocío y yo cogimos una de las de la segunda planta. El albergue
estaba muy bien situado, a orillas de la ría, así que compramos algo en un
súper que degustamos sentados junto al mar. Después, por la tarde, dimos una
vuelta por el pueblo y disfrutamos de la Feria Medieval que se estaba
celebrando. Había mucho ambiente. Tomamos un café, compramos pan de pueblo y la
tarde se fue volando mientras recuperábamos fuerzas para la etapa del día
siguiente.
8 de Julio de 2024 (Etapa 2: Pontedeume-Betanzos 20,5 km)
Nos levantamos a las 06:00. No fue
porque quisiéramos madrugar, sino porque era imposible dormir con el ruido de
otros peregrinos. Algunos a las cinco de la mañana ya estaban en pie... ¡Qué
locura! ¿Para qué tanta prisa?, me vuelvo a preguntar.
A las 06:45, ya estábamos caminando.
Durante la etapa, paramos en Miño, en un bar situado en un lugar muy agradable
regentado por una señora gallega con la que conversamos un rato sobre brujas y meigas.
Como ella decía, "haberlas las haylas", y nos advirtió que al día
siguiente, en Bruma, había muchas leyendas sobre ellas, lo que le daba nombre
al lugar, pues siempre estaba cubierto de niebla. Más adelante, vimos su rostro
retratado en una pared, un homenaje de la marca de cervezas Estrella de Galicia
a los ciudadanos del lugar. Me pareció un gesto muy bonito.
Durante las etapas, es curioso cómo
te vas encontrando con los mismos peregrinos una y otra vez. Da igual si los
adelantas o te adelantan, al final todos coincidimos en algún punto del camino.
Mientras desayunábamos, nos encontramos con un padre y sus dos hijos de Madrid.
El padre era muy callado, costaba sacarle las palabras. También coincidimos con
tres búlgaros (un hombre con una lesión en la pierna y dos mujeres que se
quejaban de su lentitud) y un chico chino que siempre iba solo.
Esta etapa fue más bonita que la de
ayer. Más rural, pero también más montañosa. Un auténtico rompe piernas.
Ya en nuestro destino, Betanzos,
apodada la ciudad de los caballeros, nos alojamos en la pensión El Hórreo.
Resultó ser un gran acierto. Era un alojamiento muy tranquilo, con una
habitación individual para nosotros y, por tanto, con mucha más intimidad. Lo
agradecimos enormemente. Tenía zonas comunes como una cocina, así que fuimos a
un supermercado, hicimos la compra y cocinamos nuestra propia comida. Después,
echamos una siesta para recuperar energías y, por la tarde, dimos un paseo por
el pueblo. Nos gustó mucho Betanzos; tiene un encanto particular. Aunque eso
sí... no probamos su famosa tortilla. Tendré que volver algún día.
Esa noche, antes de dormir, reservé
los alojamientos para los próximos tres días a través de Booking. Con el paso
de los días me di cuenta de que fue una decisión muy acertada.
9 de Julio de 2024 (Etapa 3: Betanzos-Hospital de Bruma 23,2 km)
En pie a las 07:00. Desayunamos, nos
preparamos y a las 08:00 ya estábamos caminando. Fue una etapa muy chula, con
mucho bosque y un ambiente rural que me encantó. La música celta que
escuchábamos en nuestros auriculares y las llamadas con mi abuela y mi madre
hicieron que la mañana pasara volando. Aunque muchos decían que esta era la
etapa más dura, a mí me pareció más exigente la de ayer.
Antes de llegar a Bruma, paramos a
tomar una cerveza en un bar con terraza junto a un estanque. Aquella cerveza
nos supo a gloria. El tiempo amenazaba lluvia, así que no nos demoramos mucho. Sin
embargo, poco después, comenzó a llover, una lluvia fina y soportable que nos
acompañó hasta el final. Tuvimos que darle ‘’pata’’.
Por fin, sobre las 13:00, llegamos a
nuestro alojamiento, La Casiña de Bruma. Tuvimos que esperar unos 15 o 20
minutos para que nos cogieran el teléfono, pero una vez dentro, supimos que era
el mejor alojamiento de todo el camino. Era una casa rural con chimenea muy
acogedora. Nada más entrar, empezó a llover con fuerza y a hacer frío, así que
lo primero que hicimos fue encender la chimenea. ¡Qué delicia!
Menos mal que reservamos el día
anterior, porque Bruma era una aldea muy pequeña y con pocos alojamientos. De
hecho, vino mucha gente a la casa para preguntar, entre ellos el padre y los
dos hijos que habíamos visto en la etapa de ayer.
Por la tarde, fuimos al único
restaurante que había en la aldea y compramos un bocadillo para llevar.
Mientras esperábamos, me tomé una cerveza. El lugar estaba abarrotado de
peregrinos. Con algunos de ellos ya habíamos coincidido en diversos puntos del
camino.
De vuelta a la calidez de nuestra
habitación, con la lluvia cayendo fuera, me sentí en paz. Saboreé ese momento,
agradeciendo estar allí. Una sensación que no sabría describir me invadió. Me
sentía un privilegiado por poder disfrutar de aquello. En la primera etapa me
había dolido un poco la rodilla, en la segunda me hice una pequeña rozadura,
pero ahora me sentía pleno y agradecido. Y, mientras tanto, afuera la lluvia
seguía cayendo. Y yo, la contemplaba desde la ventana en mi burbuja de
plenitud.
Escuchamos ruido proveniente de las
zonas comunes y entonces nos dimos cuenta que no estábamos solos. La pareja de
Córdoba con la que coincidimos dos etapas atrás también se alojaba en La
Casiña. Junto a ellos, mientras cenábamos en el salón, vimos por la noche el
partido de fútbol entre España y Francia. Y sí, ya os adelanto que España ganó
esa noche por dos goles a uno y que, finalmente, día después se alzaría
campeona de la Eurocopa.
10 de Julio de 2024 (Etapa 4: Hospital de Bruma-Sigueiro 24,5 km)
A las 07:00, estábamos en pie.
Desayunamos, nos preparamos y empezamos la penúltima etapa del Camino. Ya no
quedaba nadie en la casa cuando nos fuimos. Y es que, aunque salir temprano es
recomendable en verano para evitar el calor y si buscas sitio en albergues
públicos que no se pueden reservar, si tienes alojamiento, me vuelvo a
preguntar… ¿qué prisa hay por llegar? Además, si llegas muy temprano, luego
tienes demasiado tiempo libre pudiendo llegar a aburrirte. Aunque, eso sí, a
decir verdad hoy no era un día para pensar eso pues la lluvia nos llegó
enseguida y, aunque no fue muy fuerte, nos mojamos de lo lindo.
Las dos primeras partes de esta etapa
fueron muy bonitas, con mucho bosque virgen. Sin duda, fue el tramo que más nos
gustó, pero la última parte, ya cerca de nuestro destino, transcurría por
asfalto, cruzando un polígono industrial.
En esta etapa, solo hicimos una
parada para tomar café, a siete kilómetros de haber comenzado. Como de
costumbre, y a pesar de la lluvia, nos fuimos encontrando con gente. Uno de
ellos era un chico de Cuenca que hacía el Camino por una promesa, ya que su
hermana había estado enferma. Lo curioso era que en cada hito del camino (hay
muchísimos) paraba para dejar dos piedrecitas. Me pareció un gesto digno de
admirar.
Llegamos a nuestro destino a las
13:30, el Albergue Mirás. Aunque no era La Casiña de Bruma, nos trataron muy
bien y nos dieron una habitación privada de tres camas para nosotros solos. Era
acogedor.
Sigueiro es una ciudad grande, pero
sin el encanto de Betanzos, Pontedeume o Bruma. Fuimos a un banco para sacar
dinero y después compramos algo para comer en el albergue. Por la tarde,
después de descansar, dimos un paseo por el pueblo e hicimos algunas pequeñas
compras. Visitamos una pequeña iglesia y, de vuelta al albergue, vimos el partido
de la Eurocopa Inglaterra-Holanda. Ganó Inglaterra por dos goles a uno. Y, sino
lo he hecho antes, os adelanto que España se enfrentaría a Inglaterra en la
final y que ganaríamos conquistando nuestra cuarta Eurocopa. En el salón, con
nosotros, estaban cinco hombres portugueses de unos 50-60 años y los tres
búlgaros con los que nos habíamos encontrado en otras etapas. Me sorprendió ver
al hombre haber llegado hasta allí a pesar de su problema en las piernas. Ya
estaba muy cerca de completar su camino.
11 de Julio de 2024 (Etapa 5 y última: Sigueiro-Santiago 16 km)
Llegó el gran día. Pasamos la noche
regular, ¿serían los nervios? A las 07:00 estábamos en pie y a las 08:00,
después de desayunar, salimos. Era una etapa corta que pasó volando. Ya
llegando a Santiago, empezó a llover. Nos empapamos, pero no nos importó. Ya
casi estábamos. A las 11:30, por fin, entramos en la Plaza del Obradoiro y me
emocioné.
Acto seguido, fuimos a por la
Compostela y la Cotolaya, los certificados que acreditan nuestra peregrinación.
Después, fuimos al hotel para descansar y comer.
Por la tarde, salimos a pasear por
las calles de Santiago, visitamos los puntos de interés de la ciudad y fuimos a
la catedral para ver la tumba del apóstol y abrazar al Santo, como manda la
tradición. A las 19:30, asistimos a la misa del peregrino. Durante la
eucaristía lo pasé algo mal. No sé si tan mal como se sabe escribirlo pero no
deja de ser una anécdota hasta algo graciosa. El tema fue que durante los
cánticos, a mi lado había un señor que vociferaba como el que más. A mi no me
hubiera supuesto mayor problema de no ser porque le olía mucho el aliento. Yo
intentaba ladearme e incluso a veces con disimulo taparme la nariz pero no
había remedio para tal hedor. Ajeno a mi olfato, el hombre seguía cantando y cantando,
abriendo las fauces una y otra vez…
Al terminar la misa, medio asfixiado,
volvimos a nuestro alojamiento, parando antes en un Dominós Pizza para
recuperar las calorías perdidas estos días. Estábamos cansados, y yo, en
concreto, sentía que estaba recayendo en mi resfriado mal curado.
Esto ya se acababa...
12 de Julio de 2024 (Vuelta a la realidad)
Nos levantamos sin prisa pero sin
pausa. Teníamos que dejar el alojamiento antes de las 10. Desayunamos en la
habitación y, puntuales, abandonamos el alojamiento para irnos a pasear por
Santiago, para hacer tiempo hasta nuestra marcha de la ciudad. Eso sí, las
mochilas pudimos dejarlas allí hasta nuestra marcha al aeropuerto. Nos hicieron
un gran favor.
Aproveché también la mañana para
pelarme. Goyo, el peluquero hizo un buen trabajo. No fue fácil pues ya tenía
más cabeza que el Rey León.
Después fuimos de nuevo a la Plaza
del Obradoiro. Allí nos sentamos y simplemente nos quedamos observando el ir y
venir de los peregrinos que arribaban a la Catedral. Fue un momento de regocijo
mezclado con añoranza. Habíamos llegado ayer pero ya echábamos de menos el
camino.
Para comer fuimos a un lugar
recomendado por Goyo. En cuando a calidad/cantidad/precio le damos el aprobado.
Comer bien aquí, en pleno centro de Santiago, no es barato. Y de postre… como
no, Tarta de Santiago. Es curioso como depende de donde sea esta tarta tiene un
sabor diferente. Son muy artesanales y cada casa la hace a su manera.
Llegada la tarde, fuimos a un parque
próximo al centro donde nos relajamos un rato en uno de sus bancos. En mi mente
resonaban algunos versos de uno de los personajes célebres más ilustres de Santiago
de Compostela, La poetisa Rosalia de Castro, uno de los iconos del Romanticismo
español.
‘’Airiños, airiños aires, airiños da
miña terra; airiños, airiños aires, airiños, levaime a ela’’
Luego, algunas compras extras de
nuevo por el centro de la ciudad y después rumbo al hotel para recoger nuestras
mochilas.
Ya eran las 20 horas. El resfriado me
tenía K.O. Estaba cansado y deseoso de que llegara la hora de ir al aeropuerto
aunque la noche no se presentaba muy halagüeña…
Esa noche dormiríamos en el
aeropuerto. Sería una paliza, pero no nos compensaba pagar un hotel, ya que
nuestro vuelo salía demasiado temprano y no tendríamos tiempo de aprovecharlo.
Preferimos descansar lo que pudiéramos en el propio aeropuerto antes que tirar
el dinero. Y ya, solo tocaba volar a Málaga y volver a la rutina.
P.D: La noche no fue tan mala.
Encontramos un rinconcito en el aeropuerto donde tumbados en unos bancos, con
tapones en los oídos y un antifaz, pudimos echar una pequeña cabezada.
¡Hasta la próxima!
¿Qué llevar
al camino? Aquí expongo una pequeña lista de cosas de lo que yo llevé.
Chubasquero impermeable
Cámara de foto y/o video
Ropa: Polar, 4 mudas de ropa
interior, 4 calcetines, 2 mudas de ropa para caminar, otra para el tiempo de
relax, chanclas y zapatillas
Protector solar y Gafas
Sombrero
Mochila (no debe pesar más del 10% de
tu peso corporal) Tamaño 30-50 Litros
Toalla pequeña
Enseres de Aseo personal
Saco de Dormir
Pañuelos (papel de combate)
Pinzas de ropa para tender la ropa en
la mochila
Bolsas de Plástico para estanqueizar
el equipaje en la mochila
Tapones oídos para ronquidos en los
albergues y antifaz por si te molesta la luz
Pequeña batería Powerbank (no viene
mal si te quedas sin batería en el móvil u otro dispositivo eléctrico)
Bañador
Cantimplora o botella de agua
Vaselina para las rozaduras y
Compeeds.
Luz Frontal
Credencial del peregrino
Teléfono Móvil y cargador (recomiendo
la APP Buen Camino para ver datos y mapas de las etapas)
Documentos personales
Algo de dinero en efectivo para
pequeñas compras
Navaja multiusos, cuchara y tenedor
tipo Camping
Etapas
(camino inglés)…
1 Ferrol-Pontedeume 31 km
2 Pontedeume-Betanzos 20 km
3 Betanzos-Hospital de Bruma 24 km
4 Hospital de Bruma-Sigueiro 25 km
5 Sigueiro-Santiago 16 km
Total… 115 km
Conclusión: El Camino de la vida
El viaje de verano de 2024 ha sido
una aventura épica. Comenzó en las bulliciosas y vibrantes Islas Pitiusas, nos
llevó a las majestuosas ciudades históricas de Madrid y Toledo, y nos sumergió
en la cultura y la historia de Europa Central. Pero el verdadero broche de oro
fue el Camino de Santiago Inglés.
El Camino es mucho más que un simple
recorrido a pie. Es una experiencia que te enseña a valorar las cosas simples,
a disfrutar de la naturaleza, a conversar con extraños y a encontrarte a ti
mismo. Es una metáfora de la vida: un camino con sus altibajos, con momentos de
esfuerzo y de recompensa, donde el destino final es importante, pero el
verdadero valor está en el trayecto, en los pasos que das y en las personas que
te encuentras. Las molestias en la rodilla, las rozaduras, el frío y el cansancio
desaparecen ante la paz interior que te invade. Y es que el Camino no se trata
de llegar, se trata de vivir, de saborear cada instante y de sentirse un
privilegiado por poder hacerlo.
Esta aventura de 23 días y 22 noches,
con un coste total aproximado de 2450 euros para dos personas, fue un viaje de
contrastes, de paisajes urbanos y rurales, de calor y de lluvia. Pero, sobre
todo, fue un viaje de autodescubrimiento y crecimiento personal que nos llenó
el corazón y la mochila de recuerdos inolvidables.
GASTOS
aproximados de todo el viaje (2 personas) -23 días y 22 noches-
Alojamientos 882 euros.
Comida 405 euros.
Vuelos 425 euros.
Ferris 109 euros.
Transportes 125 euros.
Parque Temático Puy du Fou (Toledo) 72 euros.
Alquiler motos en Ibiza y Formentera
83 euros.
Combustible 130 euros.
Souvenires 143 euros.
Freetours 42 euros.
Otros 30 euros.
Total… 2450 euros.
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