El Camino Portugués: Desde Valença do Minho a Santiago
¡Amigo lector, prepárate para ser transportado a un
viaje que va más allá de los kilómetros! Cierra los ojos e imagina el crujir de
los guijarros bajo tus pies, el aroma a eucalipto y tierra mojada, y el eco de
las historias milenarias que susurran los senderos. Esta no es solo una crónica
de un camino, sino un relato apasionante de esfuerzo, camaradería y
descubrimientos en el ancestral Camino de Santiago Portugués.
El Camino de Santiago: Un Viaje Milenario del Alma.
El Camino de Santiago es mucho más que una simple ruta
de peregrinación; es una red de senderos que convergen en la majestuosa Catedral
de Santiago de Compostela, donde, según la tradición, reposan los restos del
Apóstol Santiago el Mayor. Desde la Edad Media, millones de peregrinos de todas
las latitudes han recorrido estas sendas, buscando redención, sanación,
aventura, o simplemente un momento de conexión consigo mismos y con la
historia. Cada paso es un eco de aquellos que vinieron antes, un tributo a la
perseverancia humana y a la fe. El Camino Portugués, en particular, ofrece una
perspectiva única, combinando la rica cultura lusa con la belleza natural de
Galicia, creando una experiencia inolvidable.
El Prólogo:
De la Costa al Corazón del Camino.
21 de junio de 2025: Valença do
Minho - Tui, 5 kilómetros.
Nuestra aventura comenzó con un madrugón épico. Tras
regresar de las Islas Canarias de El Hierro y La Palma –un viaje fascinante que
ya nos había dejado el alma repleta de paisajes volcánicos y tranquilidad
atlántica–, apenas tuvimos tiempo de deshacer maletas en casa de mi primo Tini.
A las 05:15 horas, con el sol apenas despuntando, ya estábamos en pie, listos
para tomar el vuelo de las 07:40 horas desde Málaga a Santiago.
Una vez en el aeropuerto de la capital gallega, la
primera parada fue la estación de autobuses, donde un reconfortante desayuno
nos dio las energías necesarias mientras esperábamos nuestro transporte. Por
solo 30 euros para los dos, el autobús nos llevó en menos de dos horas a Valença
do Minho, en Portugal, el punto de partida de nuestra travesía.
Valença, una joya fortificada que se alza majestuosa
sobre el río Miño, nos recibió con su imponente Fortaleza. Sus murallas, que
datan del siglo XIII y fueron reforzadas en el XVII, guardan siglos de historia
y batallas. No perdimos el tiempo; con la mochila al hombro, iniciamos nuestros
primeros 5 kilómetros. Fue un paseo rápido hasta Tui, pero cada paso estuvo
lleno de asombro. Nos deleitamos con las vistas espectaculares del río Miño, el
ambiente vibrante que se respira en cada rincón y las empedradas callejuelas de
la antigua fortaleza, que nos transportaban a otra época.
Al llegar a Tui, una ciudad fronteriza gallega con un
encanto medieval inigualable, nos alojamos en un albergue típico. Por 30 euros,
obtuvimos una habitación con literas, un refugio humilde pero perfecto. El
calor apretaba, pero unos potentes ventiladores nos brindaron alivio. Tras una
cena sencilla en el albergue, nos acostamos temprano, listos para la verdadera
inmersión en el Camino.
Las Etapas:
Kilómetros de Historias y Amistades.
22 de junio
de 2025: Etapa 1 - Tui - O Porriño, 19 kilómetros.
A las 07:00 horas ya estábamos en pie. Un desayuno
reparador, incluido en el precio del albergue, nos preparó para la primera
etapa, que comenzamos a las 08:00 horas. La caminata transcurrió en una
serenidad casi monacal, solo rota ocasionalmente por el bullicio de un grupo
numeroso de peregrinos. Aunque en ese momento preferíamos el silencio y la
soledad de nuestro propio ritmo, sabíamos que el Camino es un crisol de
encuentros. Y, ¡qué acierto! Pocos días después, conoceríamos a personas
maravillosas con las que la soledad daría paso a la camaradería.
A las 12:30 horas, ya estábamos en O Porriño, una
ciudad de tradición industrial. Nos alojamos en el albergue "Somos",
un lugar realmente acogedor. Tuvimos la suerte inmensa de que, aunque la
habitación era para cuatro personas, ¡la tuvimos para nosotros solos! Fue un
pequeño lujo inesperado. La tarde transcurrió tranquila, entre descanso y un
paseo por los alrededores del albergue. La tónica general de los días se
estableció: madrugar, preparar la mochila, desayunar, caminar entre 4 y 5
horas, llegar al destino, relajarse, adaptar el equipaje, preparar el del día
siguiente y, sobre todo, descansar.
23 de junio
de 2025: Etapa 2 - O Porriño - Redondela, 16 kilómetros.
Sin prisas, a las 07:30 horas estábamos en pie.
Desayunamos en el albergue y comenzamos a caminar sobre las 09:00 horas. Con
solo 16 kilómetros por delante y el alojamiento ya reservado, el ritmo fue
relajado. Esta etapa, sin embargo, nos pareció un tanto monótona, con
demasiados tramos de asfalto para nuestro gusto.
A las 13:00 horas llegamos a Redondela, la "Villa
de los Viaductos", famosa por sus impresionantes estructuras ferroviarias.
Nos alojamos en el Apartamento San Simón, por 45 euros, con una ubicación
privilegiada junto a la ría. Como llegamos antes del check-in, aprovechamos
para almorzar en un bar cercano: dos menús por 14 euros cada uno, ¡una delicia!
La tarde fue un regalo de tranquilidad: un paseo por la ría, contemplando el ir
y venir de las pequeñas embarcaciones, y una exploración del pueblo. Compramos
víveres en un supermercado y cenamos en el apartamento, con la ría como telón
de fondo, una forma idílica de terminar el día.
24 de junio
de 2025: Etapa 3 - Redondela - Pontevedra, 21 kilómetros.
El día amaneció a las 07:15 horas. Desayunamos en el
mismo alojamiento, con las vistas de la ría todavía frescas en la memoria, y a
las 08:40 horas ya estábamos en el camino. Esta etapa fue un verdadero bálsamo
para el alma, mucho más hermosa que la anterior. El asfalto dio paso a frondosos
bosques y senderos serpenteantes, justo como a nosotros nos gusta. El aire
fresco, el canto de los pájaros y el murmullo del viento entre las hojas nos
acompañaron.
A las 14:10 horas, llegamos a Pontevedra, la capital
de las Rías Baixas, una ciudad que nos cautivó con su casco histórico peatonal
y su vibrante vida. Nos alojamos en una acogedora residencia militar, donde
también comimos. Después del almuerzo, Rocío se concedió una merecida siesta
mientras yo me dedicaba a organizar este mismo relato. Sobre las 18:00 horas,
nos dirigimos al Centro Histórico de Pontevedra. Recorrimos sus emblemáticas
plazas y calles, admirando la Basílica de Santa María la Mayor y la singular Iglesia
de la Virgen Peregrina, donde asistimos a la emocionante Misa del Peregrino. A
las 21:00 horas, de vuelta en el alojamiento, cenamos y nos preparamos para el
siguiente desafío.
25 de junio
de 2025: Etapa 4 - Pontevedra - Caldas de Reis, 22 kilómetros.
A las 07:10 horas estábamos en pie, desayunando en el
mismo alojamiento. A las 08:30 horas, iniciamos esta etapa, que resultó ser un
punto de inflexión en nuestro Camino. Fue aquí donde conocimos a la "Grupeta",
un grupo de peregrinos con los que la conexión fue instantánea y profunda.
Estaba formada por Javi y Mayka, una pareja catalana; Xoan y Merche, una pareja
gallega residente en Barcelona y amigos de los anteriores; los hermanos José y
Pili, de La Palma; y Fran y Mel, una pareja extremeña. ¡Qué alegría y qué
energía tan bonita compartimos con ellos! Las conversaciones fluyeron con
naturalidad, haciendo que los kilómetros pasaran volando.
El calor apretaba, así que antes de llegar a nuestro
destino, nos desviamos para visitar unas refrescantes cascadas, un oasis
natural donde pudimos darnos un chapuzón y recargar energías. A las 14:20 horas
llegamos a Caldas de Reis, un pueblo famoso por sus aguas termales curativas.
Nuestro alojamiento estaba justo a la entrada del pueblo, frente al Cuartel de
la Guardia Civil. Era básico, sí, pero más que suficiente. Sin televisión, lo
que nos permitió sumergirnos aún más en la experiencia del Camino y la soledad
y reflexión del peregrino.
Por la tarde, la Grupeta se reunió para dar un paseo
por el pueblo y tomar algo, compartiendo risas y anécdotas bajo el sol de
Caldas. A las 21:00 horas, regresamos a la pensión para un merecido descanso.
26 de junio
de 2025: Etapa 5 - Caldas de Reis - O Areal, 28 kilómetros.
Otro día temprano, a las 07:10 horas, listos para la
etapa más larga hasta el momento. Salimos a las 08:30 horas, la primera parte
en solitario, disfrutando de la quietud matutina. Sin embargo, a unos 8
kilómetros de Padrón, nos reencontramos con la Grupeta, y juntos, casi sin
darnos cuenta, llegamos a Padrón.
Padrón, una ciudad con una profunda conexión con el
Camino de Santiago, es conocida por ser el lugar donde, según la leyenda, llegó
la barca con el cuerpo del Apóstol Santiago. Es también la cuna de Rosalía de
Castro, una de las poetisas más importantes de la literatura gallega.
Mientras nuestros compañeros se quedaban en Padrón,
nosotros teníamos que continuar 10 kilómetros más, hasta la aldea de O Areal.
Este tramo fue el más duro del Camino. Nos pilló en las horas de mayor sol, con
el calor del mediodía cayendo a plomo sobre nosotros. Llegamos a O Areal
exhaustos, con la ropa empapada y los pies doloridos. Lo primero fue beber agua
a raudales, seguido de una ducha fría que nos revitalizó y, ¡por supuesto!, un magnífico
pollo asado con patatas fritas para reponer fuerzas (cada plato rondó los 8
euros). La habitación, que nos costó alrededor de 45 euros, era nuestro
santuario de paz.
Una vez en la soledad de nuestra habitación, descubrí
un dato interesante: los peregrinos del Camino Portugués que pasan por Padrón
pueden solicitar la Pedronía, una credencial única que certifica el paso por
este lugar tan significativo. Aunque a nosotros se nos pasó, nuestros generosos
compañeros de la Grupeta, que se habían quedado en Padrón, nos hicieron el
favor de recoger las nuestras. ¡Un gesto que jamás olvidaremos!
27 de junio
de 2025: Etapa 6 - O Areal - Santiago de Compostela, 17 kilómetros.
Con el alivio de haber superado la etapa más exigente,
nos levantamos a las 07:30 horas, desayunamos y salimos a las 09:00 horas,
tomando esta última etapa con calma. El calor volvía a apretar a medida que
avanzaba el día, pero nuestra mente estaba fija en el destino final. Mantuvimos
contacto con la Grupeta por WhatsApp, pero iban algo más rezagados, así que
Rocío y yo emprendimos esta etapa final en solitario, saboreando cada momento.
A las 13:30 horas, la emoción nos invadió al entrar en
Santiago de Compostela. Tras llegar a la Plaza del Obradoiro y quedar un rato
tumbados en el suelo contemplando la Catedral, recogimos nuestra tan ansiada Compostela,
el certificado que acredita haber completado el Camino, y nos dirigimos a
nuestro hotel. Después de una ducha refrescante, fuimos a la entrada del casco
viejo de Santiago para recibir a nuestros amigos. Fue un momento verdaderamente
emocionante verlos llegar, presenciar por segunda vez la tan esperada entrada
en la Plaza del Obradoiro, donde la majestuosa fachada de la Catedral de
Santiago nos esperaba para abrazarnos nuevamente. La visita al Santo, un año
más, era un símbolo de perseverancia y fe.
Después de que nuestros amigos
realizaran los trámites para obtener su Compostela, fuimos todos a comer
juntos, compartiendo las últimas risas y anécdotas del Camino. Luego, fuimos a
recoger otra credencial especial, la Cotolaya, que se entrega en la Iglesia de
San Francisco, muy cerca de la Catedral. Y para terminar, por supuesto, no
podía faltar nuestra visita a la imponente Catedral, un lugar de arte, historia
y espiritualidad, y, como no, la tradición de abrazar al Santo. Era nuestro
segundo año consecutivo en este lugar sagrado.
Por la tarde, Rocío y yo regresamos al hotel para
descansar un rato. Por la noche, la Grupeta se reunió de nuevo para tomar algo,
celebrando el camino recorrido y los lazos forjados. Finalmente, ya entrada la
noche, nos despedimos, no con un adiós, sino con un "hasta pronto",
pues el Camino crea vínculos para toda la vida.
El Broche de
Oro: Un Final Inolvidable.
Al día siguiente, antes de partir de Santiago, Rocío y
yo asistimos a la Misa del Peregrino. Tuvimos la inmensa suerte de presenciar,
gracias a unos peregrinos estadounidenses que lo patrocinaron, el vuelo del
Botafumeiro. Fue la primera vez para ambos verlo en directo, un espectáculo
sobrecogedor y emocionante. El Botafumeiro, un gigantesco incensario que oscila
majestuosamente por la nave de la Catedral, es uno de los símbolos más icónicos
del Camino, una tradición que se remonta a siglos y que sigue asombrando a
quienes la presencian.
Después, matamos el tiempo paseando por las
encantadoras calles de Santiago, empapándonos de su ambiente único hasta que
llegó la hora de regresar al aeropuerto y finalmente a Málaga, donde nuestra
inolvidable aventura llegaría a su fin.
Este Camino Portugués fue un viaje de autodescubrimiento, de paisajes impresionantes, de encuentros significativos y de la satisfacción profunda de cada paso dado. Cada ampolla, cada kilómetro, cada risa compartida, se convirtió en un tesoro en el alma, demostrando que el verdadero Camino no es solo físico, sino una profunda transformación interior.
Reflexiones Finales.
Cuanto menos peso en la mochila mejor. Yo llevé unos
13 kilogramos aproximadamente. Creedme que con los kilómetros, cada vez pesa
más.
Lección aprendida: El Camino no se mide en kilómetros,
sino en sonrisas compartidas, charcos evitados y pan recién horneado en
pueblos perdidos.
Dato histórico: La Ruta Portuguesa ganó
popularidad en el siglo XII, cuando la independencia de Portugal impulsó a sus
reyes a peregrinar a Santiago como acto político y religioso.
¿Volveríamos? Sin duda. Porque, como escribió
Paulo Coelho: "El Camino se hace andando… y rehaciendo".
¡Buen camino, peregrino! 🚶♂️🐚
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