Paseando por el tiempo
Siempre que viajo por el mundo, allá donde no está
instaurado el Euro, acostumbro a traerme de vuelta algunas monedas y billetes
autóctonos que pasan a engordar mi vieja colección de numismática.
El pasado domingo fui a dar una vuelta al Rastro de Valencia. No es un
rastrillo común de los que acostumbran a verse por el sur de la geografía
española sino un mercadillo de baratijas y antigüedades. Allí quedé anonadado
con las reliquias que me encontré. Entre ellas descubrí algunas interesantes
monedas que nos recuerdan el pasado de mi querida España.
Una perra gorda del gobierno provisional del general Francisco Serrano,
tras el derrocamiento de Isabel II, y 10 céntimos de Alfonso XII. Ambas de la
década del 1870.
Por aquella época, recién comenzaban de manera oficial las pesetas en
España...
Pero... aprendamos un poco, ¿Cuál fue el origen de la peseta?
La denominación arranca en Cataluña, donde el vocablo peceta (piececita, diminutivo de peça, pieza) se aplicaba a las monedas de plata desde el siglo XV. Durante la Guerra de Secesión (1705-1714) la palabra peseta se introduce en la lengua castellana, como consecuencia de la popularización en Castilla del vocablo peçeta (“peseta” tal como sonaba su pronunciación catalana) por las grandes cantidades de tales monedas de plata que circulaban por su territorio, tras los inmensos volúmenes acuñados en Barcelona por el archiduque Carlos de Austria para financiar las campañas militares. En documentos oficiales aparece por vez primera peseta en una pragmática de 1718, definida como “pieza que vale dos reales de plata de moneda provincial”. Se acuñó por vez primera como moneda denominada peseta en la Barcelona ocupada por los franceses en 1808, sin ser aún moneda oficial. Y tal denominación se aplicó oficialmente ya en 1868.
Interesante ¿verdad?
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