Camino Natural de los Ojos Negros, ¡la Vía Verde más larga de España!


ETAPA 1: 09-08-2023... Santa Eulalia (Teruel)-Venta del Aire (Teruel) 90,5 Km.

Son las 06.30 horas de la mañana y suena el despertador. Me levanto con esa rara sensación de felicidad y preocupación. Felicidad por empezar una nueva aventura y preocupación por que algo no salga bien y no pueda acabarla. Hoy toca realizar en bicicleta la Vía Verde de los Ojos Negros. Esta ruta es la que realizaba antaño un ferrocarril de vía estrecha perteneciente a la empresa Sierra Menera que llevaba mineral de hierro desde las minas de Ojos Negros (Teruel) hasta los altos hornos de fundición del Puerto de Sagunto (Valencia) para exportarlo principalmente a Inglaterra y EEUU.

Hoy en día solo hay adaptado para realizar en bicicleta el tramo desde Santa Eulalia (Teruel) hasta Albalat de Taronger (Valencia). Son unos 180 kilómetros los que la convierten en la Vía Verde más larga de España. Existe la posibilidad de ampliarla comenzando en el propio Ojos Negros y acabando en Sagunto pero esos tramos no son ciclables en su totalidad teniendo que buscar alternativas por carreteras y caminos alternativos. Igualmente una vez en Sagunto se puede conectar con otra vía verde, la Vía Churra, y llegar hasta Valencia. Pero esto será para otra ocasión. Con 180 Kilómetros en dos días voy más que servido.

Tras desayunar cojo mi bicicleta y mis bártulos los cuales ya había dejado preparado la noche de anterior. Tras montarlo todo en el coche emprendo la marcha hacía Santa Eulalia. Como vivo al sur de Valencia tengo que conducir durante dos horas para llegar a mi punto de inicio. Tomo la V-21,V-30 y AP-7 hasta Sagunto que prácticamente será, si dios quiere, el punto final de mi aventura. Una vez allí tenía la opción de dejar mi coche y coger un Tren hasta Santa Eulalia pero no quería depender de un medio de transporte no autónomo y además para subir la bicicleta al tren hay que reservar con antelación pues solo caben tres bicicletas en cada trayecto. Por ello decidí seguir rumbo a Teruel. Dejaría mi vehículo en el punto de inicio donde luego me devolvería mi pareja Rocío que vendrá, si todo sale bien, a buscarme mañana por la mañana a mi llegada a Albalat. Tomo pues la A-23 que me deja en el punto de inicio de mi ruta a las 10.30 horas. Santa Eulalia es mas grande de lo que esperaba. Aparco al lado de la Plaza de Toros, doy una pequeña vuelta por la localidad y prosigo con la bicicleta hasta la antigua estación situada ya en el comienzo de la Vía Verde. He realizado apenas 3 kilómetros y el sol ya calienta bastante, hoy será un día duro por las altas temperaturas. Pienso que a lo mejor debería haber salido más temprano pero ¿a que hora me hubiera tenido que levantar?. No pasa nada, aguantaremos la calor. Por lo menos he descansado bien y llevo todo lo necesario para superar la ruta. Comida, bebida, geles energéticos, sales, herramientas para la bici, cámaras por si pincho…

No tengo punto de finalización de etapa ya que no he reservado nada pero no me planteo parar hasta haber realizado al menos la mitad de la ruta que son unos 90 kilómetros. Una vez hecho eso, ya veremos posibilidades de alojamiento.

Voy a un ritmo rápido, tengo que llegar no muy tarde para poder descansar bien y hacer todo el trámite de guardar la bici y alojarme antes de que se vaya la luz. Sin embargo, en el kilómetro 15 aproximadamente me doy cuenta de que algo no va bien. He pinchado. Debió de haber sido al poco de salir Santa Eulalia donde el camino estaba salpicado de matas con pinchos. ¡Que mala pata! Con la calor que hace ahora tengo que parar a cambiar el neumático…

Paro a la sombra y veo que la rueda ha ido perdiendo aire poco a poco así que vuelvo a hincharla con la mini bomba que llevo en la bicicleta. Error… a los pocos minutos otra vez vuelve a estar muy floja. Finalmente tengo que parar en una sombra para sustituir la cámara. Esto me cabrea. Hace mucha calor, solo llevo apenas 15 kilómetros y mi destino está muy lejos. Respiro hondo e intento disfrutar del paisaje salpicado por amarillos campos de girasoles. Pienso que es un placer estar aquí y estoy feliz por estar realizando esta mítica ruta.

Pasan algunos ciclistas quienes amablemente me preguntan si necesito ayuda. ¡No, gracias!, respondo. ¡Vosotros también vais a pasar calor!, pienso.

Una vez solventado el pequeño contratiempo continuo la ruta. El paisaje por aquí es yermo, un secarral pero tiene su encanto. Todos los pueblos de la geografía Turolenses son similares. Casitas bajas, techos de tejas y una imponente iglesia. Paso por Cella, Caudé y cuando me doy cuenta ya estoy casi en Teruel. 35 kilómetros llevan mi piernas y ahora empieza una subida sostenida que me llevará al Puerto de Escandón a más de 1200 metros de altitud. Como curiosidad, en el puerto existe una estación de RENFE del mismo nombre. Sigue en activo y es la más alta de la línea que une Zaragoza con Sagunto.

El camino está salpicado de viejas estaciones olvidadas. Es curioso pensar como todo este entramado incluyendo las vías, las edificaciones e incluso los altos hornos de Sagunto los realizó una empresa vasca que prefirió invertir en ello antes que pagar un alto precio por trasportar el mineral por el ferrocarril convencional de la antigua RENFE que transcurre prácticamente en paralelo durante toda la ruta. ¡Qué gran obra de ingeniería! Cuando conozco hechos de esta envergadura pienso que el Ser Humano es increíble y que con tenacidad, tesón y confianza puede lograrlo todo. Bueno… y con dinero también sí, pero con dinero y sin voluntad ni conocimientos tampoco se hace nada de valor. O eso pienso yo.

Iniciando el puerto de montaña hay algo que me mosquea nuevamente. La bicicleta empieza otra vez a perder tracción trasera en los giros. Cuando miro veo que la rueda otra vez está baja de presión. ¿He pinchado otra vez?. No puedo creérmelo. ¡Que mala suerte!. Otra vez tengo que parar, en esta ocasión bajo un enorme viaducto que sostiene a la Autovía A-23. La única sombra que veo en las inmediaciones. Llevo 40 kilómetros y ya he pinchado dos veces. ¿Llegaré? Venía con 4 cámaras pero ya me quedan 3. Si gasto otra ya son dos. La mitad de las que traía y me queda mucho más de la mitad de camino. ¿Y si me quedó sin cámaras en medio de la ruta? Bueno… al menos tengo un kit de dos parches para arreglarlas y un bote de espuma repara pinchazos. No debería de haber más problemas salvo la pérdida de tiempo. Opto por utilizar el bote de espuma para ver si así puedo evitar cambiar la cámara. Parece que funciona. Al menos no pierde más aire aunque la presión está baja. No me atrevo a darle más aire no vaya a ser que se salga toda la espuma por la válvula de la cámara así que aguanto con lo que tengo y continuo.  Eso sí, cansado ya de los contratiempos, con una sofocante calor encima, con las piernas ya algo cargadas y apenas sin agua. ¿No quería aventura?...pues tómala.

Son ya sobre las 14 horas cuando corono el Puerto tras el paso por Teruel. Falto de agua, a la bajada del mismo, tengo que hacer una parada táctica en La Puebla de Valverde para reponer. Hace mucha calor y estoy seco y cansado. Entro en un Restaurante llamado La Fonda de la Estación donde tras beberme una cerveza pido dos botellas grandes de agua. Una me la bebo y la otra para reponer los botellines. Cada botella me cuesta dos euros y la cerveza 2,80. No es barato pero me sabe a gloria. También aprovecho para tomar un gel energético, un sándwich y una barrita de cereales que llevaba en la mochila. Aquí me deshago de la cámara que había cambiado en el primer pinchazo kilómetros atrás. No había visto un lugar adecuado para tirarla. Lo hago en una papelera frente al Restaurante. Se nota que este es el único refugio en muchos Kilómetros pues los ciclistas se entremezclan con los ‘’Domingueros’’ que viene a comer con la familia.

Tras el repostaje comienzo de nuevo a pedalear. Hasta ahora la Vía Verde ha sido llana en sus inicios y ascendente en el puerto pero por fin ya se va notando la bajada. Lo agradezco. Sobre las 15 horas y con ya cerca de 70 kilómetros a mis espaldas llego a Sarrión. Paro en una pequeña fuente de agua a la entrada del pueblo para reponer. ¡La única que me he encontrado en todo el camino!. ¡Qué sed tengo joder!. A ver si llego ya. Saco el móvil y comienzo a buscar alojamiento. Tras una minuciosa búsqueda bajo el incómodo sol pues allí no había ni una sombra decido que me alojaré en Venta del Aire situada a escasos 3 kilómetros de Albentosa ya casi en el límite de Aragón con la Comunidad Valenciana. Me quedan unos 20 kilómetros.

La rueda parece que aguanta. Está algo baja pero no pierde aire. Me alegro. Parece que el final de la etapa será exitoso si todo sigue igual.

Ya queda poco, llevo algo más de 80 kilómetros y estoy llegando a Albentosa. Este último tramo es muy bonito. Voy cruzando algunos pequeños y antiguos túneles por donde en el pasado pasaba el tren minero. Antes de llegar a Albentosa cruzo un impresionante Viaducto sobre el barranco donde se encajona el rio del mismo nombre que la población. En lo alto de la misma también vislumbro las ruinas de un Castillo Templario. Molaría visitarlo pero con la bicicleta a cuesta, con el calor, y con el cansancio acumulado que llevo ya encima es imposible. Lo dejaremos para otra ocasión.

Por fin, a los 90 kilómetros, llego al que será mi alojamiento. Veo que al lado existe una gasolinera por lo que aprovecho para hinchar correctamente el neumático. Llego al alojamiento (Hotel-Restaurante Los Maños), hago el check-in, dejo la bicicleta en un garaje que me facilitan y de repente, comienza a llover con fuerza. De la que me he librado…

Ya en la soledad y tranquilidad de mi habitación me ducho, lavo el maillot y preparo la logística para el día siguiente. Son las 18.30 horas. He completado mi ruta con éxito, tengo un techo mientras afuera llueve y a partir de las 20 horas cenaré sentado a mesa y mantel. ¿Qué más puedo pedir?

 

            ETAPA 2: 10-08-2023... Venta del Aire (Teruel)-Albalat de Tarongers (Valencia) 89,10 Km.

Suena el despertador a la misma hora que ayer pero esta vez tengo tiempo de margen. Apenas ha amanecido todavía. Lo que me queda de ruta es más liviano y no tengo que conducir durante dos horas antes de comenzar así que espero que en este día no me pille tanto el calor como ayer.

Ayer por la tarde noche puede relajarme y reponer mi cuerpo. Cené pronto y me fui a la cama sobre las 23 horas. He pasado buena noche y hoy me he levantado con buen ánimo.

Sobre las 14 horas me recogerá Rocío en el punto final de mi ruta, Albalat de Tarongers ya en Valencia. Tengo tiempo de sobra pero tampoco puedo entretenerme demasiado así que me pongo manos a la obra. Desayuno una tostada de jamón, una napolitana de chocolate y un café con leche. El lugar no estaba mal pero para lo que era, un común hotel de carretera, me pareció algo caro. La noche de ayer me salió por 44 euros, la cena por 20 y el desayuno por casi siete. Eso sí, el personal era muy agradable.

Sobre las 07:40 horas comienzo a pedalear. La brisa fresca golpea mi rostro. Hace unos agradables 25 grados. Los rayos del sol comienzan tenuemente a iluminar las montañas y enseguida comienzan a golpear mi cuerpo pero es temprano y no molestan. Enseguida cruzo a la Comunidad Valenciana y entonces me doy cuenta de que se nota enormemente el cambio de pavimento y el cuidado que deposita la administración en el mantenimiento de la Vía Verde. La parte de Teruel está más abandonada, es más salvaje y dura. Aquí es una delicia circular por el carril bien pavimentado siempre en suave pendiente descendente. Me encuentro con muchos senderistas y ciclistas durante el recorrido. Me encuentro fuerte y rebosante de alegría y energía, soy feliz.

Paso por Barracas y a la altura de un parque eólico me encuentro con un ciclista de la zona. Converso con él durante un buen rato mientras pedaleamos juntos. Me comenta detalles del lugar. Tenemos a nuestra derecha las primeras estribaciones de la Sierra Calderona y a la izquierda las de Espadán.

Rodamos por una zona que se quemó el año pasado, el famoso incendio de Bejís de 2022. El paisaje es impactante y desolador, muchos árboles quemados y mucha naturaleza arrasada. Tras unos kilómetros él toma un desvío y yo continuo rumbo a Caudiel.

Dejo atrás la zona del incendio y ahora sí, el paisaje se torna bello. He dejado atrás el secarral de Aragón, el incendio de Bejís, y ahora comienzo a rodar por un entorno verde, rebosante de agua y de vida. Cuando me doy cuenta ya estoy en Caudiel. Son las 10 horas y ya llevo 40 Kilómetros. ¡Se me han pasado en nada!

Tras beber de una fuente y rellenar los bidones de agua continuo en dirección Jérica donde llego tras 30 minutos de pedaleo. Ya llevo 50 Kilómetros y estoy disfrutando como un niño.

Pero de repente la cosa se tuerce. Como en el día de ayer, el destino me miraba desafiante preguntándome ‘’¿No querías aventura?’’

Noto un ruido raro y la bicicleta va como pegando saltos. Paro, miro el neumático trasero y observo que se ha deformado. Le ha salido un abollón que impide que la rueda vaya totalmente recta. Ahora parece que voy a lomos de un caballo. Dando saltitos a cada rodada. Me lamento e insulto a mi mala suerte. No puedo creerlo. Con lo bien que iba todo hasta ahora…¿Qué hago?. ¿Cambio la cámara?. No creo que valga para nada pues el problema está en el neumático. ¿Por qué no vine con los neumáticos nuevos que compré hace unos días?, ¿y si reviento?. Puedo caerme y hacerme bastante daño. Además de que no podré repararlo y continuar la ruta. Tengo cámaras de recambio pero no tengo un neumático extra. ¿Habrá alguna tienda de bicicletas donde comprar un neumático?, ¿qué puedo hacer?.

Opto por decirle por teléfono a Rocío que cuando venga a recogerme traiga uno de los nuevos que compré. Tomo una decisión. No sé si llegaré pero voy a intentarlo. Aminoraré la velocidad. Si finalmente rompo el neumático que sea lo mas cerca del final así a unas malas si me quedan pocos kilómetros, Rocío puede traerme el neumático donde esté y esperarme mientras acabo la ruta. Total… no sería mucho tiempo. No quiero quedarme sin finalizar la ruta, me daría mucha rabia.

Pero bueno… vamos poco a poco y paso a paso. Lo que esté por llegar ya llegará…

Salgo de Jérica. Ya no estoy disfrutando como antes. Solo pienso en hacer kilómetros y llegar. Solo pienso en que aguante la rueda. Aminoro la velocidad, intento coger los menos baches posibles y parar lo mínimo.

Paso el pantano del Regajo, Navajas, Altura... Esta parte de la ruta es una de las más bonitas y es una delicia rodar por aquí. Que lástima que no pueda disfrutarla como dios manda, sin preocupación. Aún así intento respirar y sentir.

Continuo por Soneja y enseguida dejo la provincia de Castellón para entrar en Valencia. Ya me queda poco. Apenas 15 Kilómetros. La rueda cada vez hace más ruido al girar. Es amenazante. No sé cuánto aguantará… En algunas de las mini paradas observo como por algunas zonas el líquido repara pinchazos sale al exterior. Está haciendo bien su función desde luego. Si no fuera por él hace tiempo que el aire hubiera escapado.

Venga ¡vamos!, que ya casi lo tengo…Solo tengo que llegar a Albalat y a unas malas a Algimia de Alfara que es donde acababa la Vía hasta hace apenas un año antes de que la ampliaran hasta donde me dirijo.

El reloj GPS va sonando cada 5 Kilómetros. Ya ha sonado 16 veces desde que comencé la ruta. Eso quiere decir que me quedan apenas 10 kilómetros para llegar. De fuerzas voy muy bien, sobrado. Esta segunda etapa ha sido mucho más light que la de ayer y aunque el calor ya se va notando, estoy acabando.

Son las 12 horas y acabo de pasar Algimia de Alfara, ¡ya estoy casi!. Continuo por la ampliación de la vía que ahora está repleta de señales que indican a Sagunto. Algunas veces transcurre por caminos asfaltados que tengo que compartir con vehículos pero son muy pocos.

Sobre las 12:30 horas por fin veo la ansiada señal de Final de Vía. ¡Ya he llegado a Albalat!. Veo otra señal que indica un ramal de conexión hasta Sagunto y Puzol para enlazar, como decía al principio de esta crónica, con la Vía Churra que nos llevaría hasta la capital del Turia. Pero no va a ser hoy, lo dejaremos para otra ocasión. Ahora me adentro en el pueblo en busca de un bar donde saciar mi sed y refugiarme de los 40 grados que marca el termómetro. Sin mucho buscar, en la plaza principal localizo uno. Me siento en unas de las mesas del bar llamado así, La Plaza, y saboreo el triunfo con unas frescas cervezas y una Coca Cola mientras espero a Rocío. Por cierto, totalmente recomendable este bar. Muy buenos precios y un buen servicio. Los tres refrigerios me costaron 5,5 euros. Nada mal para los tiempos que vivimos.

Una vez que mi fiel compañera llegó, metimos la bicicleta en su coche y marchamos de nuevo a Santa Eulalia donde dejé hace poco más de 24 horas el mío. Aprovechando que teníamos que volver al punto de partida decidimos después de comer un menú de 16,50 euros en el Restaurante Jiloca, visitar la zona de Ojos Negros, concretamente el lugar donde el tren cargaba el mineral y comenzaba la ruta rumbo a Sagunto. También visitamos en el barrio minero unos ruinosos barracones donde residían muchos trabajadores de las minas. Algunos de los mismos habían sido restaurados por los vecinos y eran utilizados como viviendas de los mismos. No pude evitar pensar en el bullicio que existiría en este lugar en aquella época con el funcionamiento de las minas a plena ebullición. Para los mineros no tenía que ser fácil la vida en este lugar tan alejado. Solían trabajar una jornada diaria de 9 horas y media y para llegar al lugar de trabajo tenían que hacer entre 4 y 7 kilómetros de ida y otros tanto de vuelta. Además, las minas se explotaban en cielo abierto y galerías por lo que estaba sujetos a las inclemencias del tiempo. Casi nada… Las minas estuvieron explotándose desde el 1903 hasta el 1987 con excepción del periodo de la Guerra Civil. Actualmente se cree que las reservas estimadas de mineral en la explotación son aún de más de 110 millones de toneladas.

Antes de volver a casa visitamos también el imponente Castillo de Peracense, situado a escasos kilómetros. Es un Castillo de origen árabe en muy buen estado de conservación. Como curiosa relación con las minas tiene que comenzó a remodelarse en 1987, justo cuando desapareció la empresa Sierra Menera. Esto fue así porque la zona tenía que buscar otro modo de ofrecer atractivos de interés y también para dar trabajo a los mineros que quedaron desempleados. Fue una visita muy interesante.

Una vez visitado, dimos por concluida nuestra aventura. Ahora solo faltaba el regreso a casa y disfrutar del merecido descanso del guerrero.














Comentarios

Entradas populares de este blog

Lo mío con el Deporte, una relación de Amor-Odio

Un paseo de 370K por la antigua Gades y su provincia

Traspirenaica en moto, 1000 kilómetros de Cabo a Cabo