El Kayak, un nuevo horizonte...
He descubierto una nueva oportunidad de vivir aventuras, un nuevo horizonte, El Kayak.
Como decía...En su origen, en el Ártico, el kayak fue concebido originalmente como un bote unipersonal consistente en una armazón de madera revestida de pieles. Tiene una antigüedad de al menos 4000 años. ¿Curioso no?
Pues bien... hasta la fecha había hecho algunas rutas guiadas
en el pasado y aunque me llamó la atención la actividad, siempre he huido de
aglomeraciones turísticas y actividades organizadas con un número elevado de
personas. Siento que le quita la magia a la experiencia.
Pero hace bien poco me he comprado
mi propio Kayak inflable. No es nada del otro mundo, un mistral (marca que
lanzó LIDL al mercado) de segunda mano que apenas me costó 170 euros. Pero para
empezar y para lo que lo quiero pienso que me sobra.
Yo me conformo con utilizarlo
para explorar y descubrir lugares a donde no puedo llegar a pie. Y lo que es mejor,
hacerlo a mi bola, sin necesidad de contratar un guía, sin tiempos, sin prisas,
en la soledad de la naturaleza o con un acompañante elegido.
No se vosotros pero en mi mente las
aventuras en el mar tienen un halo de misticismo y emoción. Me imagino
conociendo una isla deshabitada o durmiendo como un náufrago en alguna recóndita
cala accesible solo por mar. Sentir el contacto pleno con nuestro origen, con
nuestra madre Tierra a la que a veces dejamos de lado alrededor de tantos estímulos
urbanos.
Imagino y fantaseo con ser uno de
los protagonistas de aquellas novelas de aventuras de Julio Verne que leía
durante mi infancia. Me teletransporto a un mundo de ensueño y disfruto cada
instante en soledad sintiendo el contacto del agua en mi piel y el de la arena
en mis pies. Observo el inmenso firmamento sin luz artificial que me impida
disfrutar del brillo de las estrellas en la oscuridad de una mágica noche. Escucho
el suave y embriagador rugir de las olas que rompen a no muchos metros de mí.
Cierro los ojos, me evado y disfruto.
Usar este instrumento de esta forma me gratifica y después de haber remado algunos kilómetros y verme a merced del mar, cuando llego al destino me evade una extraña sensación de satisfacción y felicidad difícil de explicar.
No es solo la ilusión de lo que
he vivido sino también de lo que vendrá…
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