The Silent Route

 









    Siempre he preferido el campo a la ciudad. La naturaleza en su estado puro me recarga las pilas llenándome de una energía renovada y sacando de mí un enorme sentimiento de gratitud. Y para ello, con una pequeña escapada para desconectar y salir de la rutina es suficiente. En poco tiempo, podemos vivir intensamente generando una fuerte emoción de satisfacción. En nuestro país tenemos lugares únicos y envidiables, no hace falta buscarlos siempre fuera. Solo tenemos que atrevernos, adentrarnos en lo profundo y dejarnos llevar. Creceremos, valoraremos y nos sorprenderemos de lo que nuestro entorno cercano nos puede ofrecer.

Este último fin de semana nos trasladamos al pasado, a unas tierras de gente sencillas. Un remanso de paz en el corazón rural de las provincias de Teruel (Aragón) y Castellón (Comunidad Valenciana). Iba a ser mi autorregalo y mi modo de celebrar mis recién cumplidas 34 primaveras.

Salimos desde Valencia, ciudad donde nuestro héroe nacional, Rodrigo Días de Vivar, ganó una batalla después de muerto. A lomos de Vigomi, mi vieja motocicleta, nos adentramos en el interior de Castellón accediendo por la A-23 a la cercana provincia de Teruel. Y sí, Teruel existe y tiene por descubrir autenticas joyas inalterables al paso del tiempo. Mora de Rubielos, Rubielos de Mora, Cantaviejas, Mirambel, La Iglesuela del Cid y su entorno son sólo algunos ejemplos de ello.

Nuestra primera parada fue en la localidad de Sarrión. Siempre me había llamado la atención este pueblo porque un compañero de trabajo que conocí en mi primera etapa laboral pasó destinado a este lugar. Por aquel entonces (año 2008) ambos residíamos en Almería y nos parecía muy lejano este lugar. El compañero, poco tiempo después, conoció aquí a la que a día de hoy es su mujer con la que tuvo un par de hijos. Le perdí la pista y no se si actualmente sigue residiendo aquí, pero todo apuntaba a que se había convertido en un turolense más. Recuerdo cuando me hablaba de este lugar de apenas 1200 habitantes y me describía la zona donde estaba situado, a caballo entre la capital de Teruel y Sagunto, ya en la provincia de Valencia. Hoy estaba descubriéndola con mis propios ojos. Eran las fiestas del pueblo y tras un breve paseo en moto por sus entramados de callejuelas descubrí un lugar donde convivían los cimientos del pasado con las costumbres del presente.

Nuestra siguiente parada fue otra pequeña localidad de 800 habitantes llamada Escucha. Pertenece a la comarca de las Cuencas Mineras de Teruel. Aquí a día de hoy puede respirarse las huellas pasadas del carbón. Fue un importante núcleo minero donde existía una central térmica de carbón en una época donde poco importaba el cambio climático y mucho el crecimiento industrial. Actualmente, esta pequeña población se nutre turísticamente de los reflejos del pasado rodeada, eso sí, de otros modos alternativos de energía renovable como los numerosos y gigantes molinos de viento que pueden observarse por los alrededores.

Hacía calor, pero la tarde iba cayendo y con ello bajando la alta temperatura que deshidrataba nuestro organismo. Bajo los ropajes motociclistas, nuestros cuerpos estaban deseando llegar al alojamiento rural reservado para la ocasión en la diminuta población de 200 habitantes llamada La Mata de los Olmos.

Llegamos a nuestro lugar de descanso sobre las 19:30 horas. El camino para llegar, una vez dejamos la siempre fea autovía A-23, era precioso. Surcamos la N-420 disfrutando de intensos colores y curiosos contrastes de las verdes tierras de cultivos alternadas por pequeñas colinas forradas de un manto aterciopelado de color amarillo. La Mata de los Olmos era un remanso de paz entre naturaleza salvaje. Se respiraba tranquilidad por doquier. ¡Que de rincones escondidos tiene nuestra espectacular y preciosa España rural, y como me gusta perderme por ellos!

Tras descargar el equipaje, fuimos a cenar y a repostar en la cercana localidad de Andorra. También eran las fiestas en el pueblo. De vuelta, pudimos ver las estrellas en las inmediaciones de la cercana población de Alcorisa. Finalmente, sobre las 23 horas hayamos descanso en nuestro aposento rural.

Al día siguiente tras disfrutar en primer lugar de un suculento desayuno en la bonita y acogedora terraza de nuestro alojamiento, emprendimos nuestra marcha rumbo a la Silent Route con un sol que ya empezaba a ser de justicia. Esta seria nuestro principal objetivo del viaje (la ruta, no el sol).

Esta ruta transcurre por la A-1702, una carretera panorámica entre las comarcas del Maestrazgo y Andorra-Sierra de Arcos. Sin más equipaje que el silencio, la grandiosidad del paisaje y tus ansias de aventura, es un viaje por recorridos imposibles a través de un territorio de indomable belleza y marcada personalidad en el corazón de Teruel. Nos descubrió un espacio inexplorado, una experiencia única, excepcional y autentica. La carretera discurre como una vieja arruga por la piel de una tierra marcada por el silencio y el misterio que a primera vista parece un territorio áspero y agreste pero que pronto se muestra al visitante como un cautivador edén: masías solitarias, caminos angostos que abren senderos en la piedra, ríos frágiles y huérfanos,  montañas que se elevan y tocan el cielo, vergeles que arropan los cursos de ríos y barranqueras, pueblos que se encaraman como un manto a las laderas o que se asoman vertiginosamente al precipicio,  palacios, torreones, ermitas, telares, molinos…. Un paisaje de equilibrio entre naturaleza e historia en un entorno apenas transformado. Te invito a que si tienes oportunidad la realices. Es sencilla y corta, y merece mucho la pena. En ella existen pueblos como Pitarque que no te dejaran indiferente. Eso sí, hay que hacerla con tiempo, tranquilidad y sin prisas, saboreando cada instante y cada lugar. Aquí te paso el enlace web para que puedas conocer más al respecto (www.thesilentroute.com) ¡Siente la llamada del silencio!

Tras finalizar la ruta, regresamos a Valencia sin prisas, pero sin pausas pasando por lugares que bien merecen una reseña como Cantavieja, La Iglesuela del Cid, Villafranca del Cid, Castellfort y Ares del Maestrat. Estos tres últimos ya en la provincia de Castellón.

Sobre las 19.30 horas y tras algo más de 27 intensas horas y alrededor de 600 kilómetros recorridos, llegamos a nuestro hogar con la sensación de haber viajado durante mucho más tiempo y haber llegado mucho más lejos.


RESUMEN

Día 1 Ruta por Teruel.

Sarrión

Escucha

La mata de los Olmos

Andorra

Alcorisa

 

Día 2 (The Silent Route)

Ejulve (Teruel)

Pitarque

Villarluengo

Cañada de Benatanduz

Villafranca del Cid (Castellón)

Castellfort

Ares del Maestre


Precios aproximado 2 personas...

Alojamiento 60 euros

Combustible 50 euros

Comida (algo llevamos con nosotros desde casa) 50 euros


Comentarios

Entradas populares de este blog

Lo mío con el Deporte, una relación de Amor-Odio

Un paseo de 370K por la antigua Gades y su provincia

Traspirenaica en moto, 1000 kilómetros de Cabo a Cabo